Mi amigo Rosky nos ha dejado sin despedirse; simplemente una tarde no quiso salir, se volvió a su cama y se fue al cielo de los perros. Rosky tenía 18 años, era el veterano del grupito de vecinos, y sabía andar suelto por la calle, porque cuando él era cachorro, los perros todavía andábamos por los pueblos a nuestro aire, sin correa, y nunca le acabó de convencer eso de ir sujeto. Era un perro simpático, sociable y pizpireto, que siempre estaba dispuesto a recibir un premio, una galleta, un trozo de salchicha... Y ahora ya no está, y le echamos de menos, sobre todo Go, su compañero hermano, habituado a estar con él a tiempo completo y por supuesto, sus humanos. Tuvo una buena vida, y se fue sin hacer ruido, sin despedirse. Quizás volvamos a encontrarnos, compañero.
La verdad es que esta entrada bien podría haberla titulado cómo hemos cambiado , pero mejor, yo os cuento quiénes eran Petra y Perico, y ya vosotros si eso sacáis vuestras propias conclusiones. Básicamente para todos los que no somos de Oviedo, y probablemente para gran parte de los ovetenses nacidos a partir de 1976, Petra y Perico, son tan solo dos nombres anacrónicos. Connotaciones diferentes tienen para los que rozan la cincuentena, que son quienes conocen a los osos a los que me estoy refiriendo. Para el resto, profanos todos, os cuento: Allá por la mitad del siglo pasado, para ser más precisos en su ecuador, en el año 1950 un cazador en Somiedo mató a una osa. Parece ser que la osa cayó en un lazo y según las crónicas de la época el bestia del cazador, remató al animal palos, que ya hay que ser bárbaro… La matase como lo hiciera, aquella osa tenía dos esbardos , una hembra, que pasó a denominarse Petra y un macho, que durante su corta vida se llamaría Perico. Ambos osezn