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COMPRAR O NO COMPRAR, REALMENTE ¿ESA ES LA CUESTIÓN? (PART THREE)

Retomamos la “entrevista” que iniciamos la semana pasada con Vanessa M., Verdandi (@Ipathia_) en la que la buena mujer ha tenido la santa paciencia de explicarnos en qué consiste, o debería consistir, exactamente ser criador.

Imagen de Pixabay

Hoy vamos a meternos en harina y recoger los costes reales de la cría de animales:

YWC: Ayer nos comentaste las razas que criabas. En perros: Yorkshire Terrier, Rough Collie y Pastor alemán de trabajo. En gatos: Persas y Abisinios. Corrígeme si me equivoco…

V.: Así es. En perros tuvimos camadas de Yorkshire Terrier, principalmente. También hubo un par de Rough Collie y de Pastor Alemán, línea de trabajo. En gatos hubo Persas, Himalayos, Abisinios y Birmanos.

YWC: Nos indicabas que no las criabas al mismo tiempo, eso quiere decir que ¿las alternabas?

V.: No, no las alternábamos, pero como he dicho, exige mucho mantenimiento, dedicación y compromiso. Tener peques peludos en casa, criados en un entorno 100% hogareño, requería que les dedicaras toda la atención, y que invirtieras en ellos hasta el último céntimo en su crianza y necesidades veterinarias, o posibles imprevistos. Juntarte con más de una camada, y además de especies distintas, era un riesgo absurdo y poco prudente. No vivíamos en una mansión. No había motivos para llenar la casa de cachorretes, arriesgándonos a tener algún susto o no poder atenderles de forma eficiente por ser demasiados. Tampoco coincidían las razas en el mismo lapso de tiempo.

YWC: ¿Por qué seleccionabas estas y no otras?

V.: Por afinidad, y también por casualidad. La primera gata persa que entró en casa fue un rescate, de un abandono tras la venta de la casa en nuestra población. Nunca habíamos visto un gato como ella, con la tipología característica de los persas, y nos enamoró. Obviamente no criamos con ella, dado que carecía de cualquier papel que acreditara su origen, salud genética y ascendencia, pero quisimos tener más persas. El Rough Collie llevaba con nosotros ya varios años, otro rescate, pero con él sí nos dieron todos sus papeles, incluido el pedigree. La Pastor Alemán, cuando ya había fallecido Sandokan, el Collie, a los 10 años, por un cáncer, fue otra adopción a la que abandonaron en el centro de adiestramiento en el que trabajaba entonces.

YWC: ¿Participabas en Exposiciones y Certámenes?, ¿Qué importancia tienen estos eventos?

Sí, sí participábamos. Son muy importantes dado que garantizan que tus ejemplares cumplen con la normativa de la raza en cuestión, y no solo en su apariencia, ojo, también en el carácter, que se incluye en el estándar. Es gratificante porque en primer lugar, estás ayudando a que esa raza sobreviva, con las características que le hacen especial. Si eres criador, te otorga mayor reputación, es incuestionable, porque da el mensaje de que tus ejemplares cumplen con los rasgos que el futuro comprador está buscando.

YWC: Hablemos de camadas, ¿Con qué frecuencia criabas?

V.: No sabría decirte, porque no había planificación.  Que a lo mejor un año tenías 3 camadas de gatos, de madres diferentes, obviamente, y hasta 13 meses después ya no había más porque el siguiente celo les tocaba descansar, o no surgía el cruce apropiado porque no te convencía el macho en cuestión, o llegaban a la edad de retiro (5-6 años) e ipso facto implicaba esterilización y quedar fuera de la cría, o te venía mal por razones personales, pero mientras tanto hacías una monta con tu macho con la gata de otro criador, y entonces te correspondía un gatito de esa camada, si preferías eso a un importe económico… Así que era muy fluctuante, y no nos quitaba el sueño. Si no había cachorros, no había. Siempre podías recomendar a otro criador, porque había buena relación y sabías que cumplía con la normativa y sus animales estaban bien cuidados. Ellos te hacían el mismo favor, llegado el caso inverso.

YWC: Y Vanessa, ¿Cuánto tiempo calculas tenías que dedicarle a su cuidado diario?

V.: Mucho, sobre todo en razas de pelo largo. Cepillado, baños regulares para cuidar el manto, sociabilización extrema en caso de perros y gatos, llevar con regularidad suiza el calendario de desparasitaciones y vacunaciones… Son miembros de tu familia y además se añade una afición, se les echaba las horas que fuera necesario.

YWC: ¿Qué tipo de cuidados necesitaban?

V.: En realidad, los cuidados, como el de cualquier animal con el que convives en buenas condiciones. No varía el cuidado que se les pueda dedicar a un animal fruto de la cría de cualquiera de los adoptados o recogidos. La mera idea es desaprensiva. Qué más daba que tuviera pedigree y fuera Best In Show o que fuera un mil razas que habías recogido bajo la lluvia 12 años atrás. Lo que dabas a uno, se lo dabas al otro. Lógicamente, las hembras en fase de gestación requieren mayor atención, por sentido común, y de cara a los que participaban en exposiciones, se les dedicaba más tiempo en baños o cepillados, pero no había trato preferencial. Es lo mismo que yo hago ahora con mis dos gatas comunes europeas recogidas de un contenedor. Tardo menos en cepillarlas, y ni qué decir tiene con el uso del secador tras el baño, esa es la diferencia. Y con mi galga Elsa, víctima de los cazadores y que vino desde Murcia, igual. No tengo que echarle suavizante como a la Yorki, ponerle bigudíes o cepillarle con cuidado para evitar arrancarle el subpelo como a un Rough Collie y destrozarle su leonina melena, que oye, se agradece. Ahorro tiempo, pero el contenido de esa dedicación, es el mismo.

YWC: Y bueno, para entrar en materia ¿Cuál era el coste medio de la camada (lo que te costaba a ti, me refiero)?

V.: Imposible dar una respuesta sencilla o en pocas líneas. Además, los precios han cambiado (¡han subido), así que cualquier cifra que pudiera decir se quedaría corta. Pero hazte cargo que de una camada de cuatro, por poner un ejemplo, el precio de  tres de esos cachorros (¡y si todo salía bien!) ya estaba invertido en el seguimiento veterinario de la gestación, la alimentación especial a la madre y a las crías a medida van creciendo, proporcionar a la nueva camada la atención veterinaria que va necesitando (desparasitaciones, vacunaciones, chip), ¡las pruebas genéticas si así lo requiere la asociación a la que perteneces y las características de la raza! (por ejemplo, en Pastores Alemanes: pruebas de mielopatía, displasia de codo y cadera, enanismo…, en gatos blancos, la obligatoriedad del test BAER para descartar sordera), la inversión en la recuperación de la madre, el kit de inicio con el que entregabas a cada cachorrito para facilitar su adaptación, que incluía cartilla veterinaria/pasaporte, saquito del mismo pienso que ya comían en casa para que realizaran una transición correcta a otro pienso si así lo decidían sus nuevos propietarios…

YWC: ¿Y el de venta del cachorro (sé que dependerá de la raza)?

V: Depende de la raza, depende de si va para compañía o a su vez pretenden usarlo de cría o exposición. Dentro de una camada, lo general es que también haya diferentes precios, dado que no todos los cachorros son iguales, y alguno sale que ya intuyes que va a romper los moldes y tienes un campeón internacional entre manos, u otro con un capricho genético que de hecho lo desvaloriza. No lo hace inferior, entiéndeme, no le pasa nada, y de hecho es probable que sea el que más interés despierte por su originalidad, pero puede salir con algo que no esté admitido en su estándar o en su raza, que la genética a veces sorprende, y por lo tanto, lo honorable es que no pidas por ese individuo lo mismo que por los otros.

Imagen de Pixabay

YWC: ¿Los perros los vendías esterilizados? (he leído que hay gente que lo hace para proteger su propio negocio… no sé si es cierto o no…)

V: Ay, jolín, no. En el contrato que se redacta, sí que se pedía la obligatoriedad de esterilización y/o castración si iba para ser de compañía, al cumplir la edad adecuada, para evitar, precisamente, el bucle de cría irresponsable. Nunca he conocido a ningún criador que haga lo que comentas, así que tampoco sé si es una práctica que realicen ahora o no, pero volveríamos al punto anterior de que hacer eso, a mi modo de ver, es impropio de un criador. Es de alguien que solo ve dinero, así que mal rollo. Sí había algunos “criadores” (entrecomillo esto por una razón), que cuando las gatas cumplían la edad de ser apartadas de la cría, las esterilizaban y las regalaban. Tampoco estaba bien visto, incluso aunque cumpliera el resto de exigencias como criador. Era un comportamiento reprobable, que implicaba que sus animales le importaban poco y solo buscaba ganar espacio para introducir otra hembra reproductora. No solían durar mucho ejerciendo. Había una suerte de código de honor no escrito entre los propios criadores, que se solía respetar. Y si se tenía conocimientos de mala práctica de alguno, se le hacía un vacío importante que, tarde o temprano, acababa por afectar a sus ventas y reputación.

Y se nos acabó el tiempo (¡y el espacio!) por hoy. 

La semana que viene os contamos cómo es el protocolo de compra de un cachorro con un criador acreditado, ¡No os lo perdáis!



Nota: fotografías de Pixabay.

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