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Mis respuestas a la tenencia responsable de animales

 Vosotros habéis tenido la generosidad de responder a la encuesta que os lanzamos desde este humilde blog hace unas semanas, qué menos que tener la deferencia de responderla yo también y compartir con vosotros mis respuestas:

¿Con qué animal convives actualmente? 

En esta casa actualmente viven dos gatos y un perro y media docena de pecezuelos.

¿Cómo llegó ese animal a tu vida?

La gata y el perro fueron adoptados en Amigos del Perro, el gato fue un cruce de caminos. Fuimos testigo de su atropello, la asociación SOS Gatos lo atendió y nosotros lo introducimos en nuestras vidas. A los peces los exilió mi padre cuando se fue al pueblo, así que no cuentan que están en acogida.

Y, ¿a qué hora dices que vais a volver?

¿Cuál crees que es el mayor beneficio de vivir con un animal?

Hoy por hoy y tras este año y medio que llevamos, diría que me dan la salud mental que me falta, porque me obligaron a socializar y normalizar durante toda la pandemia. Antes de la Covid, estoy segura de que habría optado por el amor incondicional.

¿Cuál crees que es el mayor inconveniente de tenerlos?

Aquí podría marcarlas todas depende del momento en el que me pilláseis respondiendo. Me preocupan en el caso del perro los problemas de convivencia que pueden llegar a causar sus ladridos. También soy consciente de que por culpa gracias a él tengo hipotecadas mis tardes, lo que por supuesto me ha obligado a modificar mis rutinas, pero tengo que reconocer que sin haberme visto aún en la situación, toquemos madera, lagarto-lagarto, lo que más me preocuparía llegado el momento, es tener que buscar a alguien que se ocupase de ellos en mi obligada ausencia. El coste veterinario es un hándicap, pero no es, ni ha sido, el mayor de los inconvenientes para mí. El orden o la limpieza, tampoco me preocupan en demasía.

¿Cómo crees que ha cambiado tu rutina y horarios el hecho de vivir con un animal?

Bueno yo creo que aquí la situación es muy diferente si hablamos de gatos o de perros. Los gatos la verdad, es que para eso son unos benditos. En el día a día, vivir con gato no supone grandes cambios. Ellos están ahí compartiendo tu rutina si estás en casa y haciendo su vida mientras no estás. El único problema que me causan es algún que otro quebradero de cabeza si hay visita o si tengo yo pensado hacerla, pero en tu transcurrir cotidiano no se altera más allá del cuidado con las ventanas o el estar pendientes de cubrir sus necesidades diarias. 

El perro es harina de otro costal. A mí me gusta tener perro, pero reconozco que mi día a día sería muy diferente si no lo tuviera. Para empezar tener perro significa planificarte, porque no puedes permitirte largarte el día entero y olvidarte de él. Por ejemplo algo muy cotidiano es no dejar de pensar en que tu perro tenía que haber salido ya si por lo que sea surge algo que te retrasa, pasa algo parecido cuando te ves inmerso en una despedida a la española que ves que según se alarga, va tendiendo al infinito. Tú en ese momento solo tienes en mente que tienes que irte ya porque tienes que sacar al perro. Improvisar, es un pelín más complicado con ellos, sobre todo si en tu familia o entorno social, la gente no tiene perro. En esos casos, vas a ser el aguafiestas que recuerda continuamente que tú no puedes hacer tal cosa o que si la haces tienes que llevarte al perro. Pero bueno si tenemos en cuenta que tu día empieza con un perro en la calle meando, nieve, llueva, truene o relampaguee negar que tener perro es un condicionante es un absurdo. 

Insidias. Yo soy un bendito

En mi caso concreto los problemas de dependencia que mi perro desarrolló durante la pandemia agravan un poco la situación. Yo sé que debo cuidar muy bien de cubrir sus necesidades de socialización y ejercicio diario si no quiero que mi queridísimo animalito se desequilibrie. Volver a dejar al perro solo durante el horario laboral requirió trabajo y esfuerzo. Tanto que aún ahora, cada vez que la puerta se cierra a mis espaldas, sigo conteniendo el aliento y rezando para que Frixuelo no comience a ladrar. Ahora eso lo tolera, el problema está en todo lo demás. Frixuelo lleva un año y medio de su corta existencia pegado totalmente a mis talones. Lo que a mí me vino bien de tenerlo durante la pandemia, le hizo de mal a él. A lo largo de todo este tiempo en el que las relaciones sociales de medio planeta se han reducido a máximos históricos, mi perro se convirtió en una tabla de salvación mental al obligarme a salir todos los días de casa y mantener esas conversaciones de ascensor que tan bien desarrollamos los dueños de los perros cuando nos encontramos en los parques. Sin embargo, para él y su configuración de su lugar en el mundo, ese hecho ha sido terrorífico. Antes solo salía para sacarlo a él. Ahora puede haber mil motivos por los que yo tenga que salir, en los que él no ha sido invitado. Ese cambio de reglas lo mata y a mí me trae de cabeza hacer malabares para procurar que pase solo el menos tiempo posible al mismo tiempo que trato de que se vaya acostumbrando...

Resumiendo, en mi vida diaria, los gatos no me causan ningún quebradero de cabeza, mi perro por el contrario, tiene mi rutina a su libre disposición.

¿Has tenido algún problema con vecinos o familiares por vivir con un animal?

Con familiares jamás, porque toda mi familia es perrófila perdida. Lo cierto es que no hay mucho catlover entre sus miembros, pero como apenas interactúan, tampoco ha habido  altercados de ningún tipo. Con los vecinos tampoco los he tenido de momento, pero soy consciente de que si no llegamos a controlar la ansiedad por separación de Frixuelo, podríamos llegar a tenerlos.

¿Has tenido algún problema para encontrar un cuidador para tu animal en caso de enfermedad/desplazamiento u otras situaciones sobrevenidas?

La verdad es que no. De momento no. Así que tendré que cruzar los dedos, para que esta situación se mantenga.

Si has marcado Sí en cualquiera de las dos preguntas anteriores o incluso en ambas, ¿podrías por favor indicarnos qué tipo de problema has tenido y cómo lo has solucionado?

Nos dimos cuenta que el pobre animal tenía ansiedad por separación, cuando llevamos lo llevamos a castrar. Acababa de finalizar el confinamiento duro y la veterinaria nos recomendó un etólogo, así que lo contactamos rápidamente para intentar a atajar el problema. Y en esas estamos...

¿Os habéis convencido ya de que somos mucho mejores los gatos que los perros?

YWC


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