Pues aquí estamos hoy 22 de enero, mi incombustible Vaca cumple años (bueno, también mi madre, y aunque no le guste que la meta en el mismo saco que a la perra: Feliz Cumpleaños Mamá ). Diecisiete añitos que se dicen pronto. Como llevo todo un año enterrándola, ni siquiera yo me doy cuenta de lo que realmente significa que haya llegado hasta aquí, pero miradla, ahí está ella, tan ricamente, pensando única y exclusivamente en comer... Vaca es uno de esos milagros de la genética. No ha tenido una vida fácil, pero aquí sigue, al pie del cañón y dispuesta a no abandonar el puesto, no al menos mientras haya un trozo de comida que llevarse a la boca. Este último año sin embargo, también ha supuesto para ella, como para todos, un punto de inflexión. Mi gorda tiene las patas de atrás fatal y su movilidad reducida, totalmente asumible en humanos, algunas veces cuestionada en animales, ha disminuido considerablemente su calidad de vida. Bueno, más que la suya, en realidad la nuestra....