Hace tiempo que vengo yo rumiando cómo se come lo de la movilidad sostenible y los animales como seres sintientes y parte de la familia, sin que ni la vivienda social ni el transporte público te permitan acceder a ellos con animales... Así que aunque justo ahora Renfe ha lanzado una experiencia piloto de largo recorrido con perro, no me quedo yo con la gana de dejar aquí por escrito esta duda, creo yo, razonable:
¿Puede alguien apearme del tren por la sencilla razón de que no le gusten los perros?
Contextualizo:
Frixuelo y yo viajamos en tren habitualmente. A mí no me gusta conducir (ni al resto de la sociedad le gustaría que lo hiciese creedme...), así que soy una asidua al transporte público. Es más fácil que tenga cargado el abono de la CTA que la tarjeta de crédito y como toda la red de cercanías te permite ir con perro, lo solemos utilizar.
El funcionamiento es sencillo: tu perro tiene que llevar bozal y correa no extensible y ya está. Llega el tren, abres la puerta escoges asiento y listo. Cuando viene el revisor le enseñas tu billete y ya no hay nada más que decir.
Solemos utilizar dos líneas: La Renfe hasta San Juan de Nieva, aquí en invierno como no va nadie no hay tampoco ninguna anécdota reseñable y la FEVE dirección Gijón o Pravia.
Aquí hay más tela que cortar. Mira que la FEVE ha perdido viajeros a mansalva en la última década, pues siempre que me he subido me tropiezo con algún chaval o chavala que va a acompañado con su perro y normalmente empieza el despiporre, porque la mayor parte de ellos no solamente no llevan bozal sino que los suben a los asientos. A ver, así no, pero aparte de estos desmanes que no solo los usuarios que no llevan perro condenan abiertamente: Sí queridos, los que tenemos perro también estamos hasta los ovarios de la gente que lo que no tiene es educación indiferentemente de que vayan o no con perro, lo que yo quería cuestionar abiertamente aquí es la política ferroviaria del viaje con mascotas.
Tampoco es que yo pretenda tirar a esa persona del tren. Sé perfectamente que hay gente que les tiene miedo, que hay alérgicos (inciso: a tenor de las veces que se utiliza este argumento creo que hay cerca de 20 millones de españoles alérgicos a los perros, exactamente el mismo número de intransigentes a los que no les gustan...), pero, ¿No sería más fácil, que se estableciese un puto puñetero vagón o zona del tren en la que se permitiesen los perros? Ponednos con las bicis donde las puertas, yo que sé, pero estableced un lugar fijo, del que no me puedan echar y al que si alguien accede a sentarse, sea consciente de que está en territorio canino.
A lo mejor soy yo, pero me parece más ecuánime y sencillo eso, que la actual fórmula.
Y vosotros, ¿Cómo lo veis?
YWC
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