Si creciste en España durante la década de los 70, los 80 o incluso
los 90, es técnicamente imposible que no sepas quién fue Copito de Nieve.
Especial recuerdo tendrán de él, los barceloneses, pero cualquiera de los que formamos
parte en éste país, del baby boom, de la generación X o de los llamados millenials,
conocimos al pequeño gran gorila albino que habitó en el zoo de Barcelona hasta
su muerte en 2003.
Copito de Nieve, había sido capturado en Guinea Ecuatorial
en 1966. Hace tanto tiempo de aquello, que Guinea, no era aún un país
independiente sino una colonia española en la que el zoo de Barcelona tenía su
propio Centro de Adaptación y Experimentación Zoológica denominado Ikunde. Sobre
las barrabasadas que hicimos entonces, tanto a nivel humano como animal, no
querría debatir, pero os dejo aquí un link de un artículo de El Mundo que
explica bien el expolio en el que se basaba el sistema colonialista en esta
región: El lado oscuro de Copito deNieve
Copito de Nieve. La Vanguardia |
Volvamos a Copito de Nieve:
El agricultor guineano que lo atrapó, se llamaba Benito
Manié, pertenecía a la etnia fang, y tras abatir a su madre porque tanto ésta como
el grupo al que pertenecía, le destrozaban las cosechas, se dio cuenta de que
aferrado aún a su lomo, se encontraba una cría de gorila completamente blanca.
Era el 1 de octubre de 1966, e incluso en aquella época, en
aquel lugar remoto, Benito se dio cuenta de que lo que tenía ante sí, era un
hallazgo extraordinario, que bien valía su peso en oro. Lo bautizó Nfumu-Ngui (gorila blanco), y se dirigió
a Ikunde para negociar con el director del centro el precio de su descubrimiento.
Pidió por él 15.000 pesetas de las de entonces y el primatólogo Jordi Sabater
Pi, aceptó pagarlas si el animal sobrevivía.
Copito sobrevivió, y Sabater pagó su precio, y tras un corto
espacio de tiempo en Ikunde, Copito aterrizó en Barcelona en noviembre de 1996.
Su primera estancia en la ciudad condal no fue en el
zoológico. Los primeros once meses los pasó en un piso del Eixample, junto con
su veterinario, Roman Luera i Carbó, y la mujer de éste, María Gracia, quien
habitualmente se hacía cargo de los hijos de los primates, hasta el punto de
ser conocida como “mamá gorila”. Copito llegó a irse aquel año incluso, de
vacaciones con el matrimonio, a Montseny y Menorca, pero pasados los 11 meses,
a finales de 1967, Copito fue trasladado a las dependencias del Zoo de
Barcelona, en donde pasaría el resto de su vida.
Copito, Román y María en 1967. Fuente: El Mundo |
Su descubrimiento, le llevó a protagonizar en el 67 una portada
del National Geographic. Fue esa portada la que lo convirtió en una estrella
internacional y en un símbolo de Barcelona.
Pese a contar con una amplia descendencia, ninguno de
sus 22 hijos, 11 nietos ni 3 bisnietos, ha heredado su albinismo.
Fue precisamente, esa característica que lo hacía tan
especial, el albinismo de tipo 4, su rareza, la que facilitó que desarrollara
el cáncer de piel, que acabó con su vida en noviembre de 2003.
Tenía 39 años, y llevaba 36 en un zoológico en Barcelona.
Copito de Nieve en la portada de National Geographic. Fuente: Universitat de Barcelona |
La cultura popular, lo lloró igual que lo había convertido
antes en un souvenir. Llevó por premio y por castigo un albinismo, que le salvó
la vida, tantas veces como se la habría costado.
La semana que viene, recordaremos otro clásico español de
nuestra infancia: el panda Chu-Lin, y luego ya si queréis debatimos sobre
zoológicos y otros espacios. J
Sean ustedes buenos