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Paca y Tola


La semana pasada recogíamos la historia de Petra y Perico, dos esbardos que en los años 50 tras quedar huérfanos en Somiedo, pasaron a habitar una jaula en pleno centro de Oviedo. Los oseznos se convirtieron en parte del imaginario colectivo ovetense de aquellos años, por eso aunque desde la distancia nos parezca una salvajada recordar a la pobre Petra tras sus barrotes en medio del parque San Francisco, no podemos evitar esbozar una sonrisa si esa misma osa comiendo barquillos, pertenece al mundo invertebrado de los recuerdos de nuestra infancia.  

Paca y Tola en 1989 en el centro de recuperación de Fapas. Fuente El Blog de Acebedo

Digo esto, no porque yo recuerde a Petra y a Perico, en realidad yo ni soy de Oviedo ni había nacido siquiera cuando Petra murió en 1976, pero me puedo poner en lugar de los ovetenses de aquellos años, porque similar paradoja emocional me produce a mí pensar en Paca y en Tola.

Casi cuarenta años después del acogimiento de Petra y Perico, los asturianos tuvimos una segunda oportunidad de acoger esbardos. Fue en 1989 cuando tras una intervención de la Guardia Civil se pudo rescatar a dos oseznas, que a partir de aquel momento pasarían a llamarse Paca y Tola.
Una vez más la caza furtiva había abatido a una osa, y dejado huérfanas a sus dos crías. Una vez más había dos animales a los que había que reubicar, y aunque no hicimos las cosas tan mal como se habían hecho cuatro décadas antes, tampoco podemos decir que fuese ejemplar, sobre todo por las consecuencias que años más tarde tendría haberlas convertido en un atractivo turístico en Santo Adriano, pero vayamos por partes.

El rescate de Paca y Tola en 1989. Rescatadores y Rescatadas. Fuente El Blog de Acebedo
A Paca y a Tola, las rescató la Guardia Civil. El responsable del operativo, recreó a la muerte de Tola, como se había llevado a cabo su recuperación. Cuenta entre otras cosas, como se tras serle entregadas las osas, se las lleva en el maletero de su coche y como llegados al cuartel, alimentaron a las osas con biberones. Hay múltiples y tiernas imágenes de todos aquellos momentos. Hoy habríamos seguido otro protocolo para evitar que los animales se familiarizasen con los humanos, pero entonces hicieron lo que cualquiera de nosotros habríamos hecho. Os recomiendo la lectura del rescate completo en el Blog de Acebedo y en el de Fapas. No tiene desperdicio, parece más un guión de narcos o de fariña que una operación de salvamento de un animal salvaje:

Paca o Tola con López Rico responsable del rescate de las oseznas en 1989. Fuente: El blog de Acebedo

Más allá de cómo aquellos días de contacto con las osas imposibilitó o no, su reinserción en la naturaleza y de su periplo por los distintos centros de recuperación por los que pasaron (Asturias, Cantabria, Cuenca, Cataluña…) intereses y conflictos políticos mediante, la importancia de Paca y Tola radica en que su existencia fue el punto de partida de una toma de conciencia primero contra el furtivismo y después en la necesidad de conservar el oso pardo.
Gracias a las dos oseznas, la sociedad asturiana empezó a ser consciente de que aquel animal que durante centurias se había considerado una alimaña, el oso, estaba desapareciendo y que su pérdida sería irreparable. Empezó a mirarse con malos ojos la caza de aquellos plantígrados que de tan reducidos apenas se visibilizaban desde las poblaciones de montaña y los asturianos empezamos a encariñarnos con aquellas oseznas huérfanas que sin pretenderlo se convirtieron en un símbolo de conservación.

De cómo después cogimos aquellas osas y las convertimos en dos maniquíes de escaparate prefiero no hablar. Quedémonos con lo bueno, con su legado, con el cómo aquellas dos esbardas contribuyeron de forma inestimable a la conservación de la totalidad de su especie.

Como logro no está mal, ¿no os parece?



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