Hola chicuelas y chicuelas, ¿Qué tal vais? Espero que todos al otro lado de la pantalla estéis bien. Hacía mucho que no publicaba una entrada, supongo que me he dejado llevar por la agónica monotonía de estos días y he dejado pasar más semanas de las que pensaba.
Escribo esto a modo de reflexión en voz alta, pero bien sabe dios, o lo que haya en el otro barrio, que detesto hablar de niños y de perros como si fueran una opción vital contrapuesta, o uno u otro, o conmigo o contra mí.
En fin, a lo que iba. Como el confinamiento se ha venido alargando hasta parecer el cuento de la buena pipa, los ánimos, como sabéis, se han venido caldeado. Desde entonces muchas son las voces críticas que desaprobando unas medidas provisionales que parecen haber venido para quedarse, consideran inadmisible que salgan los perros a la calle cuando no pueden hacerlo los niños.
La imagen es de pixabay |
Prometo que no voy a argumentar nada en contra de la infancia, entre otras cosas, porque nunca he creído que niños y perros tengan que ser oponentes, pero también porque entiendo perfectamente que tras llevar 35 días encerrados a cal y canto, me parece lógico que los padres reclamen un espacio para sus hijos.
También entiendo la dificultad que entraña gestionar la salida de los menores a nivel institucional. ¿Cuánto?, ¿Cómo?, ¿Dónde?, ¿Hasta que edad? Y en ¿qué condiciones?, son las cuestiones que pueblan el discurso estos días. Es complejo desde luego por lo alejados que seguimos estando del contagio 0, y porque tampoco podemos encarcelarlos y encarcelarnos hasta el infinito y más allá. Ocurre lo mismo que con la economía, con el ocio, con la vida en general...
Desde luego no me gustaría estar en el papel de ninguno de nuestros gobernantes porque a una situación excepcional nunca antes vivida, se le suma tener que asumir decisiones difíciles que es imposible sean del agrado de todos.
Desde luego no me gustaría estar en el papel de ninguno de nuestros gobernantes porque a una situación excepcional nunca antes vivida, se le suma tener que asumir decisiones difíciles que es imposible sean del agrado de todos.
Y en estas nos encontramos. Comprendo que se sitúe el foco en los niños. Es necesario tenerlos en cuenta a ellos y a sus derechos. También es preciso que todos seamos muy conscientes de la responsabilidad que implica que puedan salir de forma segura tanto para ellos como para sus familias, pero tengámolos presentes porque efectivamente son parte de la sociedad.
Bien dicho esto, con lo que sí que no puedo es con el argumento de "es que se ha puesto a los perros por delante de los niños". No perdona. La idea inicial era que durante quince días, no pudiéramos salir de casa ninguno más que para lo básico, cubrir necesidades se llama, y las de los perros eran fisiológicas.
Bien dicho esto, con lo que sí que no puedo es con el argumento de "es que se ha puesto a los perros por delante de los niños". No perdona. La idea inicial era que durante quince días, no pudiéramos salir de casa ninguno más que para lo básico, cubrir necesidades se llama, y las de los perros eran fisiológicas.
Que de esos quince días vamos por más de treinta y esto no tiene visos de mejorar, pues sí, pero y ¿qué culpa tenemos los de los perros? Como ya dije en un post anterior, señores yo me juego el tipo tres veces al día porque mi perro baje a mear. Que no estoy disfrutando a lo loco, que cada vez que salgo a la calle aumento mis posibilidades de contagiarme yo y de contagiar a los demás.
"Hay gente que aprovecha para pasear", dicen algunos. Sí y también hay gente que se ha ido a por el pan tres barrios más para allá, impresentables que han montado fiestas en casa o irresponsables que se han ido a la casita del pueblo. Listos ha habido siempre, lo que pasa es que ahora los hemos convertido en noticia de periódico.
Mirarnos solo el ombligo es un problema. Compararnos con los demás un defecto congénito de este país. Yo no quiero que nos amplíen las restricciones a ninguno a no ser que la crisis sanitaria lo requiera. A mí no me importa que el que fuma vaya a por tabaco, ni el que haya gente que compre el periódico o el pan todos los días. Me tranquiliza porque le da un punto de normalidad a una situación que a menudo me produce angustia. Tampoco me importará que la gente pueda salir a correr, ni por supuesto pondré objeciones a que los niños puedan salir a dar un paseo con sus padres.
No soy una balconazi. Los detesto. Creo que muestran esa parte oscura de la sociedad, del si yo no puedo que no pueda nadie, que tanto mal nos hace a todos.
No soy una balconazi. Los detesto. Creo que muestran esa parte oscura de la sociedad, del si yo no puedo que no pueda nadie, que tanto mal nos hace a todos.
Pues eso, que oigan yo tengo perro y también estoy deseando que puedan salir sus hijos, porque eso significará que estamos más cerca del final de esta horrible película de serie B que nos ha tocado protagonizar a todos.
Cuídense, que es lo que toca y que pase pronto.