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PROTECCIÓN ANIMAL: LOS GATOS DE SUSANA



Las colonias felinas merecen un capítulo aparte dentro de la protección animal. Aunque legalmente corresponde a los ayuntamientos su control, registro y mantenimiento, en la práctica muy pocos llevan a cabo alguna de estas tareas. 

Lo ideal sería registrar cada colonia, chipar a cada individuo a nombre del ayuntamiento correspondiente y asignarlo a la colonia a la que pertenece, esterilizarlo y devolverlo a la colonia. Casi una utopía, ¿verdad? 

La tendencia general es capturar a los individuos de la colonia de forma escalonada, generalmente usando jaulas-trampa, esterilizarlos y soltarlos de nuevo, una vez recuperados de la intervención. Si precisan algún otro tratamiento veterinario, cura de heridas, etc.,  se aprovecha el momento en que están inconscientes, puesto que es muy difícil manipular un gato silvestre.   


Susana González Tuya nos habla del esquema de su actividad de protección animal, como encargada de una colonia felina:

    «En la zona que vivimos hay muchos gatos callejeros o asilvestrados. Nuestro vecino daba de comer a un grupo que venía todas las tardes. Cuando tuvo que ser ingresado empezamos a darles de comer en su lugar.

    Hace 2 años nos encontramos 2 cachorros porque no paraban de miagar. Al ver que la madre no aparecía decidimos recogerlos. Tendrían 1 semana. Solo 1 sobrevivió y se convirtió en nuestra mascota.

    A partir de entonces empezamos a prestar más atención a los demás gatos y decidimos empezar a esterilizar. Ya que muchas gatas traían a sus cachorros para alimentarlos y la cosa se salía de madre.

    Lo más difícil es cuando hay que curarles. Siempre hay alguno con algo; heridas en las patas, perdigonazos, una vez uno llegó metido en una anilla de plástico, de esas de las latas, (no sé como se las arreglo para hacer eso).

    Aunque están acostumbrados a vernos evidentemente, no se dejan manejar como un gato doméstico así que nos las apañamos como podemos y de vez en cuando nos llevamos un buen arañazo o un mordisco. Son animales silvestres, que no pueden vivir en un piso ni adaptarse a una vida en cautividad.

Del trabajo y del cuidado nos hacemos cargo básicamente entre mi marido y yo, y si no podemos a nuestro veterinario habitual. Algunas protectoras nos han ayudado en casos puntuales, y las esterilizaciones se van haciendo poco a poco,  porque obviamente al veterinario hay que pagarle.

        En nuestro caso nosotros hemos decidido tener esta responsabilidad así que no van a pagar otros por ello si quieren ayudar (que lo hacen) genial pero si no, pues es normal. 

    Susana González Tuya»








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