Bueno, bueno, bueno, creo que más de siete meses más tarde, viene siendo hora de ir haciendo las presentaciones y hablaros de Frixuelo.
Cuando Nanda se murió, me dejó huérfana de perro. Aunque mi queridísima Vaca, seguía al pie del cañón, lo cierto es que yo sentía una orfandad extraña entre las vértebras y un agujero en los omoplatos que me vaciaban por dentro. Por eso y porque soy perrófila perdida, iba a decir ni lo dudé, pero la realidad es que más bien me lancé de cabeza, a la busca y captura de un nuevo compañero canino.
Hola Amiguis, me llamo Frixuelo |
Tengo que confesar, que la muerte de Nanda y la parca que acompaña a Vaca diariamente en el paseo, fueron determinantes para que nos acabásemos decantando por un cachorro. Sé que más pronto que tarde tendré que despedirme de Vaca, como lo hice de Nanda, que la Luni, aunque incombustible también tiene sus años (la virgen del pryca nin, ye verdá ¿cuántos años tiene esa gata? ¿15?, ¿16?, ¿alguien se acuerda?) y por nada del mundo quería añadir otra muesca en la culata de esa decisión terrible que consiste en eutanasiar a tu perro por razones humanitarias.
Fui egoísta lo sé, había muchos otros animales encantadores, esperándome con sus patas abiertas en Serín. Estaba Negro, estaba Kuki, estaba Pitón y estaba Chester, pero a la hora de la verdad no fui capaz. No quise. Me justifiqué y aferré a mis gatos, como ellos mismos hacen a las cortinas, pero la realidad, la triste y simple realidad, es que no quise que de nuevo los ocho años que me separaron de Nanda, me atropellasen. Pedí una tregua y así (en el pecado llevo la penitencia) llegó a mi vida Frixuelo.
Hacía muchos años, más de un cuarto de siglo, que yo no adoptaba un cachorro, sin embargo y contraviniendo una vez más mis propias reglas, me dejé vencer por lo que parecía la opción fácil y adoptamos a uno de esos adorables seres que son las crías de los perros.
Mi Frixuelín, por aquel entonces se llamaba Argimiro, pero cuando lo conocimos, su suavidad, su dulzura y aquellas orejas largas que casi podían envolverlo nos hicieron evocar el delicioso postre del Antroxu. Lo llamamos Frixuelo, como si aquel animalín también pudiese ser enrollado y paladeado. ¡Ay Frixuelete!, castrón ¡Cómo nos engañaste con tus zalamerías! Parecías tan tranquilín, ¡eras tan adorable!
A ver, que mi perro es un amor ¿eh? pero bien sabe dios que entre que una está ya mayor para esto de las maternidades y que estaba acostumbrada al paso acompasado de mi Vaca, enfrentarme de repente a la energía arrolladora de mi jabalí canino, llegó a parecer por momentos una idea nefasta.
No exagero. Frixuelo es O terror del parque de perros. Es extremadamente sociable y cariñoso. A mi perro, le valen todos y todas. Le valen todes. Es el animal más integrador de la galaxia. Da igual si son grandes, pequeños, de presa, o de bolsillo, machos, hembras, gatos, gatas, humanos, adultos, viejos, niños, cachorros... Todos. Sea cual sea su clase y condición, serán y son bienvenidos. Ojo cuidao, que ojalá esa peculiaridad de su carácter no cambié en la adultez, porque es una bendición tener un perro sociable que se lleva bien con todo el mundo.
Vaca en modo: ¿Por qué me hacéis esto? on |
Hasta ahí bien. "El problema" es que su nivel de energía es estratosférico. Él es un no parar, un torbellino, un -como decía la Faraona -potro desbocao que no sabe a donde va. Ese es mi Frixuelo. Se abre la puerta del parque y aquello es ancha es Castilla. Ladra, corre, olfatea, salta, escarba, juega, lucha y hace la croqueta, todo a la vez. Como cualquier perro, pero multiplicado por diez.
Su incansable energía y su peculiar aspecto, hacen que nos pregunten con frecuencia, pero ¿de qué raza es? Como si lo supiéramos, bonico. Hay quien dice que la energía es del bóxer, otro que si del braco, pues mira, no lo sé, pero yo sinceramente pienso a veces que una perra se cruzó con un jabalí, porque madre mía de mi alma, mira que es bruto, mi perro.
Y eso hay, hemos pasado del maravilloso mundo del perro senior al de los cachorros hiperactivos y cada vez tengo más clara una cosa, que en lugar de aprender desaprendo y que como decía Sócrates, pero aplicado al mundo canino: solo sé que no sé nada.
Me complica la vida, el jodío, no sabéis cuanto, pero, ¿no me digáis que no os comeríais éste Frixuelo? 💓🐶🎂
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