Ah verano, ya sabéis, esa maravillosa época en la que los
días se alargan, las temperaturas se elevan, la lluvia desaparece… Es tiempo de
terracita, playa, montaña, amigos, tiempo libre… No hay más que ver un anuncio
de cerveza para saber la idea que colectivamente tenemos del verano, pero los
que tenemos mascota sabemos que la canícula es también sinónimo de otras dos
circunstancias: muda de pelo y abandono… Y por increíble que parezca estos
conceptos no están tan desconectados como pudiera parecer.
¿Sabéis? Esta entrada, como hasta el momento, está basada en
hechos reales y la inspiró en contra de su voluntad una mujer a la que me
tropecé en una terraza hace apenas unos días, es decir, en este preludio
estival en el que nos encontramos.
La historia en sí, no tiene más
contenido que comentar aquí, en voz alta como si dijéramos, la vacuidad con la
que tratamos a veces a los animales y la normalidad que le damos a determinadas
situaciones como el abandono…
Como decía, hace apenas unos días,
tuve la mala suerte de ser testigo presencial de las aviesas intenciones de una
mujer para con su gato: la “buena” señora, en medio de una cotidiana
conversación, le comentaba a unas amigas que “no tenía más remedio”, que
deshacerse de su gato (Aclaración: con deshacerse quería decir regalar) porque,
y he aquí el grave pecado del que el animal era culpable: “suelta mucho pelo y
yo tengo mucha ropa negra” Oh Dios mío,
qué insensato e insensible el gato, mira que soltar pelo para que se adhiera a
la ropa negra de su propietaria, con razón se dice que los felinos son unos
animales egoístas que no quieren a sus dueños… Ironías aparte, no voy a
entrar en más detalles ni valoraciones acerca de la terrible superficialidad o
estupidez supina, utilizad la opción más acorde a vuestras ideologías, de la
señora en cuestión, pero (siempre hay un pero…) no dejan de sorprenderme dos
cosas:
- la naturalidad con la que admitimos este tipo de circunstancias, haciendo que parezca lo más normal del mundo que una persona se deshaga de su animal de compañía como el que se deshace de un bolso viejo sepultado en un armario, y
- el poco cariño y empatía que muchas personas son capaces de desarrollar para los animales con los que conviven… ¿Que a veces son un incordio? Pues claro que sí, como todos en un momento dado, pero ostias, si aplicásemos la misma lógica a las relaciones humanas, madre mía, madre mía, ¿os imagináis?: Na, he decidido deshacerme de mi marido, porque no paro de encontrarme pelos en la almohada… o Buff, voy a tener que regalar al niño porque tengo que andar con un cuidado para que no me rompa nada… o… ¿El abuelo? no, lo dimos porque ya se meaba encima el pobre…
En fin, lo dicho, que nos queda mucho camino por recorrer…
Para no cerrar el post con un exabrupto, voy a finalizar
con una maravillosa viñeta de Wawawiwadesign que le dedico a todos los
desalmados que se deshacen de sus animales porque no son tan higiénicos como
les gustaría:
Tenéis muchas más ilustraciones aquí:
Sed Buenos y Recordad: ¡Los animales no son objetos de usar
y tirar!