Hace mucho que no os cuento
nada de mis vecinos, todos esos peludos que viven por aquí cerca y con los que
me encuentro en los paseos y en el parque, así que procuraré contaros más cosas.
Pensaba llamarle Crónicas de un perro,
pero se parece demasiado a las Crónicas
de Ícaro, mi colega, así que me he decidido por Crónicas de un pueblo, aunque mi humana dice que ya está pillado…
Esta tarde nos encontramos
con una perra pequeñita a la que su humana tenía muy bien sujeta, y acabó
cogiendo en brazos, porque se puso a gruñirme, y según dijo, “a veces se pone
como la niña del exorcista en cuanto ve otro perro… según le dé.” Y la señora
siguió contando que incluso se había metido con el perro ese grande marrón de
la lengua verde ¡¡¿¿verde??!! que es tan malo, y se puso a ladrarle y menos mal
que el otro perro no le hizo caso. Entonces mi humana preguntó si el perro era
Pluto, el chow chow, y la señora le dijo que sí, que era un perro muy malo, que
ya de jovencito no quería dejarse tocar por los humanos y gruñía.
Mi humana le contestó que a
Pluto no le gusta que lo toquen desconocidos, pero no por eso es malo. Creo que
no le hizo mucho caso. Es curioso que los humanos califiquen a un perro de
bueno o malo por su afición a dejarse sobar por cualquiera que pase. A muchos
no les gusta que los desconocidos los acaricien, y a muy pocos perros les gusta
que los abracen, nos sentimos como acorralados, es una sensación muy
desagradable.
Pero a los humanos sí les
gusta abrazarse, y por eso creen que a los peludos también nos debería gustar. Lo
que yo me pregunto es si a estos humanos les gustaría que un desconocido se les
acercara en la calle a darles palmaditas en la cabeza y darles un abrazo… me da
la impresión de que no.