Apenas
había comenzado el 2015 cuando Melisa Tuya nos hacía un regalo muy especial
para empezar bien el año: la publicación de su nueva novela. La titulaba
Mastín, y ya en la presentación nos anunciaba que se trataba de una historia
juvenil y animalista.
Mastín
contaba con todos los ingredientes para ser una lectura interesante ya que
prometía visibilizar todo el trabajo que se esconde en el “backstage” de los
albergues de toda España. No nos defraudó. Contaba además con otro aliciente:
fue publicada por entregas por lo durante más de un año, todos los viernes
esperábamos expectantes una nueva andanza de Martín, el joven de diecisiete
años protagonista de la novela.
A
lo largo de los cincuenta y cinco capítulos en los que se desarrolló la
historia, Melisa nos hizo revivir con su protagonista los conflictos
emocionales de la adolescencia, esa época cambiante en la que el mundo te queda
tan grande y tan pequeño al mismo tiempo. Martín además de ser avasallado por
las turbulencias amorosas de las relaciones a esa edad, conocerá de primera
mano toda la crudeza de la realidad de los perros abandonados al ir adentrándose
en el mundo de las protectoras de la mano de Mal, su vecina, una joven de
veintiséis años voluntaria en un albergue. A través de la historia de amor de
sus protagonistas, y a raíz de la relación, primero platónica y luego
“imposible”, que ambos mantienen, Melisa da a conocer con maestría los
entresijos, dificultades y complicaciones de la gestión de un refugio
animal.
Las
implicaciones emocionales, las frustraciones, la desesperación y los éxitos
fugaces de voluntarios y trabajadores se ven magistralmente reflejados en este
libro.
En
la historia salen humanos por supuesto, pero también participan perros.
Mastines, galgos y pitbulls fueron escogidos como estandartes de los animales
abandonados, y no es casual. La elección de estas razas como símbolo del
maltrato y el desamparo se corresponde con el perfil medio de los perros
abandonados que pueblan toda España.
Pero
hay muchos más motivos por los que no podéis perderos esta novela:
No
puedes perdértela si eres voluntario en un albergue animal, porque en sus
páginas verás reflejado tu trabajo, tu frustración y tu alegría.
No
puedes perdértela si nunca te has acercado a un refugio, pero siempre (o nunca)
has querido saber cómo funcionan: sus descripciones te permitirán entender por
qué a veces reaccionamos cómo lo hacemos, por qué decimos que no podemos más y
cuáles son los motivos por los que nos solemos ver tan desbordados.
No
puedes perdértela si tienes perro, tanto si el tuyo es uno de esas icónicas
razas que aparecen en la novela, como si se trata de un mestizo o un magnífico
ejemplar con pedigrí, necesitamos que sepas cómo puede ser la vida de los
perros que no han tenido tanta suerte como el tuyo.
No
puedes perdértela si eres joven, o si tienes hijos en esa turbulenta edad, al
fin y al cabo Mastín es la historia de un chico normal, que persiguiendo al
“amor de su vida” acaba encontrando una causa vital por la que luchar.
Y
sobre todo, no podéis perdérosla, porque Melisa haciendo gala una vez más de su
generosidad y compromiso, ha decidido donar íntegros los beneficios de Mastín a los animales que tutelamos, así
que si aún necesitas un motivo más para no perdértela: Hazlo por ellos.