Capítulo 5: Un gato no es un perro Fue 2016 el año en que creí que como tenía una gata y una perra, y colaboraba en una protectora, bien podía postularme como casa de acogida tras haber sido acogedora canina. ¿Sabéis? A veces cuando pienso en antiguos razonamientos me pregunto a mí misma si en todo momento el oxígeno fluía como requiere un buen funcionamiento cerebral, tonterías aparte, la cuestión es que corría agosto cuando una camada de gatinos lactantes me dio la oportunidad de probarme a mí misma todo lo que ignoraba de la crianza felina. Cogí cuatro larvas de gato, dos biberones y un trasportín y me los llevé a casa fantaseando con el momento en el que fuesen peludos boliches que correteasen a su antojo… Los bautizo como Mingo, Teresa, Pinón y Telva sin saber distinguir, ni que me importase, el género que ostentarían de adultos. Sin embargo no pudo ser… Mi inexperiencia y su delicadeza no hicieron buenas migas y se me murieron tres de los cuatro… El primero de ellos est...
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