Todos estamos pendientes en verano del calor para que
nuestros perros no sufran de un golpe de calor, para ello los sacamos de paseo
a primera hora de la mañana y por la tarde, una vez ha bajado el calor. Con un
breve paseo a medio día para que hagan sus necesidades, siempre que se puede, ¿verdad?
Pues además del golpe de calor hay otra cuestión a
tener en cuenta cuando sacamos a nuestro perro de paseo, y más si tenemos que
caminar un trecho por el asfalto antes de llegar a un parque de hierba.
Muchas veces veo perros a medio día de paseo con sus
dueños, tirando como locos de las correas intentando llegar a una zona de
sombra o de hierba, mientras sus dueños se empeñan en que caminen a su ritmo y
a su lado, sin tener en cuenta una cuestión muy importante: el asfalto
está muy caliente y nuestros perros
pueden sentir ese calor en las almohadillas, un calor que es cercano a una
quemadura. Todos podemos hacer la prueba de ir descalzos por la arena un día de
sol, o bien por una acera, a que los pies os arden? Pues los perros también
tienen sensibilidad al calor en las almohadillas, y les puede quemar.
La
almohadilla plantar (pulpejo) de los perros es una zona de tejido
especializada. Su gruesa epidermis la protege contra traumatismos mecánicos y
los grandes depósitos de grasa la proporcionan elasticidad para absorber los
golpes. Una abundante inervación proporciona una importante función sensorial.
Numerosas glándulas sudoríparas producen una secreción que puede mejorar la
tracción durante la carrera y las escaladas, y también son muy importantes en
la demarcación odorífera (marcaje del territorio). Además los perros excitados
pueden sudar a través de sus almohadillas plantares, como nosotros cuando nos sudan
las manos por el estrés!
Las almohadillas del perro son esenciales para que
éste mantenga el equilibrio, funcionan como un soporte mullido que amortigua el
impacto de su peso mientras camina o corre, también le protegen de posibles
fracturas y otros daños en los huesos. El impacto de los pasos se amortigua en
esta parte por ser las almohadillas blandas y estar preparadas para absorber
parte de los golpes que reciben cuando están en movimiento; pero es una zona
que sufre y se pueden dañar, agrietándose y resecándose con facilidad si no
tomamos precauciones, llegando incluso a sangrar.
Por eso es tan importante estar pendientes de ellas,
sobre todo en perros de ciudad, y protegerlas, cuidarlas y endurecerlas antes
de las caminatas, ya que no todos los suelos son iguales para las patas de
nuestros amigos. Aunque la piel de las mismas está preparadas para estar en
contacto con la superficie del suelo, sin los cuidados necesarios puede
convertir el paseo en una tortura para nuestro perro.
Para hacer agradable el paseo de nuestro perro en la
ciudad hay que tener una serie de precauciones:
- Combinar las zonas de asfalto con las zonas verdes. El cemento puede agrietarlas de forma significativa y más aún en el verano que el cemento está caliente y por lo tanto resulta más abrasivo para ellas, llegando a quemarlas literalmente, provocando llagas y quemaduras. Aunque alternar estas superficies es aconsejable durante todo el año, es especialmente importante en el verano.
- Inspeccionar el terreno que vaya pisando nuestro perro, vigilando que esté libre de objetos cortantes, cristales, etc.
- Hay que endurecer las almohadillas de forma paulatina, incrementando los paseos y las zonas del mismo, según va pasando el tiempo, buscando siempre que el perro no sufra y que disfrute de su tiempo con nosotros. Se empieza siempre paseando en terrenos blandos y suaves, cubiertos de hierba o húmedos.
- Precaución también en invierno pues las heladas pueden también dañar las almohadillas de nuestro amigo peludo.
Tras las caminatas, conviene revisar las almohadillas para
detectar posibles llagas o heridas que tengamos que curar. Las almohadillas de
un perro sano deben ser duras, ásperas y al mismo tiempo elásticas, no deberían
estar resecas, levantadas ni agrietadas. Como norma general y como parte de la
rutina deberíamos revisar las patas de nuestro perro a diario, especialmente si
salimos al campo, o si le vemos lamerse insistentemente las patas (puede ser
también un síntoma de alergia), cojear o andar de manera extraña.
Con un rápido vistazo comprobaremos si tiene cortes o alguna
uña rota o astillada, revisaremos en busca de espigas, piedrecitas, espinas o
incluso chicles que puedan quedar pegados y veremos si se encuentran secas,
levantadas o agrietadas. También deberíamos recortar el pelo que crece entre
las almohadillas.
Debemos tener a mano cremas y bálsamos apropiados para ellos,
no sirven los que utilizamos para nosotros, ya que su ph no es el que necesitan
los perros.
Puede haber casos en los
que se necesite proteger las almohadillas con botas especialmente diseñadas
para ellos, elaboradas normalmente con neopreno, normalmente se ajustan con
velcro y se adquiere en tiendas especializadas. En la actualidad incluso se
hacen botas pensando en las superficies por las que va a transitar el perro:
asfalto, piedras, nieve, arena, etc.
Claro que quizás nuestro
compañero canino no opine lo mismo que nosotros en lo que a botas se refiere y
si es necesario utilizarlas, se debe comenzar poco a poco, haciendo las pruebas
en casa para que se acostumbre, como en su momento se acostumbró al collar y a
la correa.
Los problemas que nos podemos encontrar en las almohadillas
son:
- Heridas y cortes.- suponiendo que no sea un corte o herida grave, porque si lo fuera deberíamos acudir rápidamente al veterinario, comenzaremos limpiando bien la zona con agua, incluso el interior del corte para que no queden restos de tierra, arena, etc. que pueden infectar la herida. Después aplicamos betadine o una crema antibiótica y protegeremos la almohadilla con una gasa, tapándola con una venda cohesiva. Ante el más mínimo síntoma de infección, hay que acudir al veterinario.
- Quemaduras por abrasión.- Son muy dolorosas para los perros, ya que es una zona especialmente sensible. La herida ha de ser tratada con antibiótico en crema y puede que necesite un vendaje. Se puede detectar que hay quemadura cuando el perro camina de forma diferente, o con una ligera cojera, si en este momento tocamos las almohadillas las encontraremos demasiado lisas y suaves y con mayor sensibilidad, por lo que es necesario hidratarlas con vaselina pura sin perfume, masajeando la zona hasta que se absorba el producto. No es aconsejable abusar de la hidratación ya que las almohadillas han de estar elásticas pero duras y ásperas.
- Agrietadas.- puede que encontremos las almohadillas agrietadas, si es así las curaremos con betadine o acudiremos al típico remedio casero de baños con agua templada donde hemos echado un poco de vinagre y sal, se puede aplicar con unas gasas o bien llenando dos dedos de la bañera con la mezcla y metiendo al perro de pie unos minutos mientras hace efecto. Cuando lo saquemos, hay que secar bien toda la zona. Si las almohadillas están resecas se puede aplicar vaselina como se explicó en el apartado anterior. Renovación de las almohadillas.- si nuestro perro ha tenido abrasiones, grietas, o heridas puede que la almohadilla se renueve o sea que se crean nuevas capas de células y la capa superior que está dañada y reseca se abomba y se desprende como piel muerta. Si esto sucede, podemos ayudar al proceso recortando las capas muertas con cuidado, aunque no tenga sensibilidad en ellas, hay que ser precavidos a fin de dar tiempo a que se endurezca progresivamente la nueva almohadilla.
No hay que
olvidar que siempre es el veterinario el que debe evaluar estos
problemas en nuestro perro para evaluarlos y poner el tratamiento que considere
oportuno a fin de que la planta del pie de nuestro can esté en perfectas
condiciones.