Muchas veces me encuentro en los paseos a otros perros que parecen tener problemas con sus humanos. Estos van tirando de la correa continuamente, rectificando la posición del perro, sin dejarle oler ni acercarse a nada, y cuando ven otro perro que se aproxima, se ponen tensos y tiran tanto de la correa que casi levantan al perro del suelo, y al final lo que debería ser un agradable paseo se convierte en un agobio, un motivo de angustia y temor.
Mis colegas no comprenden bien porqué ocurre esto, pero desearían que sus humanos aprendiesen de una vez a andar con correa.
Mi humana dice que algunas personas no comprenden que sacar a pasear al perro consiste en dejar que el perro pasee, huela, explore e investigue; que no es un desfile ni una marcha, sino un rato para estar juntos y disfrutar del entorno, y que algunos se merecerían que les pusieran un collar y los llevaran a tirones de un lado a otro. Por su tono sospecho que más de una vez se ha quedado con las ganas de darle un par de tironcitos de pescuezo a algun@ que nos hemos cruzado...
Me acuerdo del empeño que tenía yo al principio en tirar de la correa, como si fuese un perro de trineo, y la paciencia que tuvo día tras día hasta que me habitué... y ahora soy un ejemplo para los vecinos, con mi correa siempre floja y mi paso relajado.
Por favor, cuando saquéis a pasear al perro, recordad que un paseo es eso, un paseo; que sirve para explorar los alrededores, que para nosotros ir oliendo cada rincón es como para vosotros mirar los escaparates, que necesitamos un rato de esparcimiento, de ir y venir, de cotillear y encontrarnos con los vecinos. ¡Que somos perros! Y no nos déis tirones de la correa, es muy molesto y a veces doloroso y además, acaba causando condicionamientos equivocados y traumas psicológicos, al relacionar los tirones y la tensión con la calle, el paseo, los otros perros o humanos, etc.
Y vosotros, compañeros peludos, ¡tened paciencia con vuestros humanos!