Buena faena, sí, señor. Las dos orejas y el rabo. Mutilaciones gratuitas, por estética, según dicen los que consideran que amputarle las orejas o el rabo a un perro viene a ser lo mismo que ponerle al coche una pegatina o un alerón deportivo superchuli. Gratuitas por innecesarias, que no es que sean gratis: los profesionales que las realizan cobran, que lo suyo es un negocio; no hay juramento hipocrático para los veterinarios; el amor a los animales, el respeto o la consideración son un estorbo para el buen funcionamiento del negocio.
Pero poco a poco van alzando la voz nuevos profesionales de la sanidad animal, los que comparten con muchos de sus clientes la preocupación por el bienestar de sus pacientes, los que se atreven a disentir de las reglas no escritas de la profesión y se manifiestan abiertamente contra la tortura de los toros, las mutilaciones de perros y gatos, las barbaries y salvajismos que siguen siendo aceptables para una parte de la sociedad , esa parte que disfruta o se beneficia económicamente de ellos. Una tendencia social que empieza en las ciudades, con veterinarios que atienden a animales de compañía que forman parte de una familia, esa familia que paga y por tanto exige que reciban un buen trato. Urbanitas que no viven de sus animales, sino que conviven con ellos, y no los consideran cosas, ganado.
Hace un par de generaciones era una utopía pensar que alguien pudiera ir a prisión por maltratar a sus hijos, hace menos aún que empezó a parecer razonable enviar a prisión a quien maltratase a su mujer. Empieza ya a parecer razonable la pena de prisión para quien maltrata animales, y llegará, espero, el momento en que quien tenga un perro sin orejas o rabo, o un gato sin dedos ("desungulación", le llaman, "quitar las uñas", como si lo que hiciesen no fuera amputar las falanges de todos los dedos, todos), tenga también un contrato de adopción en que conste que recibió al animal ya en ese estado, que así fue como llegó a la protectora donde lo adoptó, un contrato que le proteja ante la ley que, algún día, castigará esas mutilaciones y perseguirá a los responsables, en una sociedad que condene el maltrato en todas sus formas, la cosificación de los seres vivos.
Espero llegar a verlo... y celebrarlo.
Kamparina