Nos gustaría salvarlos a todos, acabar con el problema del maltrato y el abandono, que todos tuvieran una vida aceptable, una familia, un hogar.
Nos gustaría romperles las piernas a golpe de bate a todos los que maltratan a los animales, acabar con las perreras que matan a los viejos, los inadoptables, los grandes, en suma, los caros de mantener.
Nos gustaría acabar con los albergues y refugios, porque no hubiera ya animales que necesitaran cobijo.
Pero no podemos. Es frustrante, sí, pero hay caminos: seguimos luchando por cambiar el escenario, las leyes, las normas, la sociedad, y a la vez, luchamos cada día por cada peludo que se cruza en nuestro camino. Porque el mundo vamos a tardar un poquitín en cambiarlo, pero sí que cambiamos pequeños mundos cada día.
Piensa global, actúa local.
No pierdas de vista la escena completa, el cuadro que incluye a toda la sociedad, la formación de las nuevas generaciones, la legislación, las ordenanzas municipales, los medios de comunicación, la concienciación social. Y mientras, ve salvándoles de uno en uno, rescatando un perro aquí, un gato allá; lleva tus mantas y toallas viejas al albergue más cercano, y de paso añade algún saco de pienso; convence a tu vecino de que el collar eléctrico es una salvajada, persuade a tu compañero de trabajo de que adoptar es mucho más moderno que comprar, informa a tus primos de las ventajas de esterilizar y los problemas de las camadas no deseadas... empieza por tu círculo más cercano, y tarde o temprano nuestros círculos se unirán para abarcar el mundo entero.
Kamparina