No sé cuántas veces he sacado ya este tema, y bien que lo siento por vosotros, pero se ve que nadie en el Ayuntamiento de Avilés me lee, ¡qué sorpresa! - ironía off
¿Sabéis?, En Avilés la historia de la perrera es como el cuento de la buena pipa: se haga lo que se haga, el tan esperado albergue de animales, parece haber entrado en un bucle del que es imposible salir. Veinte años, que ya lo decía Gardel, no es nada, hace, que llevan peleándose Administraciones y vecinos, para encontrar el emplazamiento idóneo en el que establecer a los animales perdidos y abandonados de varios concejos. Como no quiero alargarme en esto de la cronología os dejo aquí este resumen del eterno desacuerdo que recogía La Voz de Avilés en julio y añado una actualización, la de octubre, en la que se confirmó lo que muchos ya sospechábamos, que lo del albergue no iba de esta: Avilés recuerda que la perrera está en licitación y urge a resolverla o conseguir una alternativa.
Pero dejando de lado esta eterna canción de Pimpinela, lo que yo quería venir a recordar aquí, son las consecuencias a pie de calle: ¿Qué pasa si te encuentras o pierdes un perro en Avilés? Pues ay amiguis, como contestaría un buen gallego o el añorado Pau Donés: Depende. Y ¿de qué depende?, pues de que el Ayuntamiento tenga subcontratada a una empresa externa este servicio de recogida. Parece de lógica, pero en mi querido pueblo, es una tarea que muchos años se olvidan de completar, y entonces si te encuentras un perro por la calle, ya puedes rezar para que tenga chip y el lector de la policía lo lea correctamente, porque sino ahí te comes con patatas al perro que te has encontrado, y ¿Por qué? Pues porque la policía local no los recoge, y ¿Por qué? Pues por la sencilla razón de que ellos tampoco tienen dónde albergarlos.
Entonces, tú, ingenuo avilesino que mientras paseabas a tu perro has visto como otro cánido cruzaba a lo loco una carretera, o lleva varias horas deambulando, piensas -Pobre animal, debe de haberse perdido- y con toda tu buena intención agarras al perro como puedes y te acercas como ciudadano ejemplar a la Policía Local. El agente de turno, se acerca con el lector y ¡Oh sorpresa!, tiene una mala noticia que darte: el perro que te has encontrado, no tiene chip, o no se puede leer y mientras tú miras expectante al policía que te está atendiendo, poco a poco vas dándote cuenta de que ese hombre no tiene la mínima intención de hacerse cargo del animalito que te has encontrado en la calle.
No es que tú seas muy listo, pero lo deduces porque el señor agente te pide tus datos y teléfono y te indica que si alguien llama preguntando por él, le trasladarán tu contacto. Ahí tú atas cabos y empiezas a entrar en pánico, -Oiga señor agente, con todo el respeto, pero yo no me puedo quedar con este perro.- Y la autoridad competente tampoco. Y ahí está el problema. Manda Collons. Lo entiendes, el policía es empático, y te explica que no tienen dónde meterlo y tú piensas, -Desgraciao, metedlo en el campo de fútbol que para eso tenéis el local en el bajo, que ahí tenéis más espacio que yo en mi casa,-pero el agente no te puede ayudar, porque no pueden hacerse cargo de los animales que se encuentran en la vía pública.
Hay algún policía que viéndote con cara de conejo al que le acaban de dar las largas, se apiada de tu alma y te facilita el contacto de alguna protectora local. -A ver si ellos pueden hacer algo, te dice, pero tú sabes perfectamente cómo están las protectoras locales, que tampoco ellas tienen albergue, y que te van a preguntar lo primero de todo, si tú no podrías hacerle un hueco en tu casa. Empiezas a sudar en frío... -Ostias, otro perro... Y ,¿qué cojones hago yo con éste?- El perro en cuestión, está acojonado, pero te mira como si te entendiera. -Ni se te ocurra soltarme- parece que te dice con esos ojos que taladran y tú ¿qué coño vas a soltar el perro?, pero bueno, ya puestos te echas el órdago y le espetas al policía que tienes en frente, -Pues si no me dan ustedes una solución lo suelto, pero el hombre tiene canas en la el culo pelado de bregar con fanfarronerías y te pilla el farol a la primera. Es su compañero el que no había abierto la boca hasta ese momento, el que te responde que abandonar animales en la vía pública es un delito. Estupefacto balbuceas, -Pero si el perro no es mío-, a lo que el policía con retranca gallega aduce, - Y yo ¿cómo voy a saberlo si no tiene chip, y al que he visto es a usted soltarlo...?- En ese momento toda tu vida pasa por delante de tus ojos, porque te estás imaginando fenecer a manos de tu familia en cuanto entres por la puerta con tu nuevo amigo al otro lado de la improvisada correa...
Te imaginas sacando a un perro más, multiplicando los gastos de veterinario, intentando adivinar qué tal se llevará con el resto de tu manada y decides que es mejor huir al extranjero de polizón en un marino mercante con el perro nuevo debajo del brazo para que la local, que se ha quedado con tu cara, no te empure. Ya estás redactando mentalmente la nota de despedida. Adiós,- pondrá-, no me busquéis-, sin especificar nada más, porque ni tú sabes cómo le vas a explicar a tu familia esto. Te estás viendo empezando una nueva vida al otro lado del charco. De algún charco. Con tu suerte seguro que en Zeluán. Comenzando de cero con tu nuevo perro, cuando milagrosamente el karma se apiada de ti y un señor al que no conoces llama a la municipal preguntando por un perro, el suyo para más señas, que se ha perdido.
Entre lágrimas oyes como el policía que quería empurarte por abandono, le indica al dueño que un buen ciudadano ha recogido a su perro de la calle y se encuentra en las dependencias de la policía municipal. En ese momento besarías al agente que quería multarte, qué coño, le comerías los morros allí mismo del subidón que te acaba de dar, pero algo te dice que no se iba a entender el gesto.
Te invitan a esperar a que llegue el susodicho, -Claro que sí, yo espero aquí seis horas y las que haga falta, si total, me parece que en el puerto, lo único que hay ahora es un buque con destino a Liepaya y yo soy más bien del género friolero.- Cuando ves entrar por la puerta al hombre que hace que el perro se levante, tú estás a punto de ponerte también a dar saltos a su alrededor. Ya no sabes si llorar o reír. El señor os explica a ti y al policía que el perro se les escapó al abrir la puerta. El policía lo regaña un poco, pero tú solo asientes con la cabeza, mientras sonríes como un idiota, como si estuvieras perdidamente enamorado o te estuviera dando una embolia. Ese señor no lo sabe pero te ha devuelto tu vida de mierda y él, que lo ignora, te da las gracias y tú solo puedes pensar, si usted supiera. En realidad, has tenido que contenerte las ganas de abrazarte a él como un koala a un eucalipto. Le habrías abrazado a él, al policía majo, al borde y hasta a la de administración que pasaba por allí, pero estamos en pandemia y algo te dice que igual a ellos no les iba a sentar muy bien tu efusividad. Sales de la sede de la local, viendo la vida de otro color, y llegas a tu casa que pareces un remake malo de James Stewart en Qué bello es vivir, pero sin Navidad ni ostias en vinagre falta que te hace. Y cuando te preguntan que por qué has tardado tanto, dices, con toda la naturalidad de la que eres capaz al tiempo que se te empañan los ojos: - Nada que me encontré con un perro y lo acerqué a la policía local. -Y la vida sigue, la tuya, la del perro y la del poli...
Perro. Gusfrava Ilustraciones |
Vale, ahora hablemos en serio. Esto que está basado en hechos reales, acabó bien, pero ¿y si no llega a aparecer el dueño? Y si es tu perro el que se pierde, ¿Qué haces?, ¿Rezar?, ¿Es normal que sigamos rezando veinte años más tarde el mismo rosario?
Insisto: los particulares y las asociaciones no tienen por qué asumir los problemas de un Consistorio. ¿Os imagináis que hicieran lo mismo con los coches? Huy pues no tenemos contratado servicio de grúa municipal así que puede usted probar a quedarse con el coche o a llamar a la Dgt a ver si pueden localizar al dueño. O con la basura... Ah pues fíjese, nosotros nosotros no tenemos competencia para recoger residuos así que puede usted probar a hacer compost en su casa.
De verdad, es un puñetero servicio municipal, no es ni medio de recibo que se ponga a los ciudadanos en semejante brete. Se requiere una solución definitiva al tema de los animales abandonados en el concejo de Avilés.
Luego dirán que no tenemos paciencia Veinte años llevamos esperando.
P.D. La imagen se la robé a Gusfrava Ilustraciones.
Podéis encontrar muchas más ilustraciones aquí y aquí. De nada ;)
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