Hace diez años cuando Javi,
Scrappy y yo aterrizamos en las Meanas, Pili ya estaba allí. Pili, junto con
otros muchos formó la primera pandilla perruna con la que compartimos muchos
paseos y horas de parque.
Hace una semana, Pili apareció
muerta en casa, vivía sola, no tenía familia, o mejor expresado hacía muchos
años que su única familia la componían sus perras. Cuando falleció ya solo
tenía una, pero cuando nosotros la conocimos aún eran dos: Grace y Compy, madre
e hija.
Escribo esto, porque para mí,
como para muchos otros avilesinos, fue un shock descubrir en el periódico su
muerte.
Pili era una mujer peculiar,
trabajó durante más de treinta años en el Hospital San Agustín, como auxiliar
de enfermería en el servicio de urgencias, pero hacía ya once años que estaba
jubilada. Su retiro, lo pasó en el parque de las Meanas. Creo que no me
equivoco si digo que todo aquel que haya pasado alguna vez por las Meanas con
su perro, la conocía. Ella adoraba los perros, los suyos y los ajenos, y
siempre tenía alguna caricia para todos ellos, indiferentemente de su tamaño o
raza.
Le encantaba “alternar” y no era
extraño tropezártela en los bares que rodean las Meanas, el Viena, el Alvi, o
el Marvi. Fue de hecho su ausencia durante dos días la que puso a vecinos y
hosteleros en alerta. Cuando la policía entró en su casa, se confirmaron los
temores de quienes la habían avisado.
PARQUE DE LAS MEANAS, AVILÉS |
Yo compartí muchas horas con Pili
principalmente en el parque, pero ocasionalmente también en la terraza de un
bar. Allí compartimos cigarrillos y alguna que otra cosa más fuerte que un
café.
Tengo en el cerebro, que no en la
memoria, retazos de alguna de aquellas conversaciones. Ella recordaba como era
el entorno del parque cuando había llegado a Avilés con su familia proveniente
de País Vasco, pero no retuve correctamente su intrahistoria. Solo recuerdo
referencias al tren en el que creo que trabajaba su padre, a los primeros
perros que tuvo (¿un galgo blanco?) y alguna que otra idea suelta. Me hubiese
gustado recordarlo, ser capaz de reescribir su historia, para que el último
recuerdo que de ella quedase en internet, no fuese el trágico hallazgo de su
cadáver en la soledad de su casa. Pero no puedo.
Pese a lo que muchos pueden haber
creído al leer su final en el periódico, Pili estaba soltera pero no sola. Hubo
gente que la echó en falta, su presencia no pasaba desapercibida en su entorno.
Cuando la encontraron, Grace (yo
siempre pensé que el nombre era Grey…) la pequeña mestiza que la había
acompañado durante más de diez años, estaba a su vera. No sé a ciencia cierta
que ha sido de la perra, pero creo que una de sus amigas se la quedó. Espero y
confío en que así sea.
Escribo esto Pili querida, porque
me hubiese gustado despedirme correctamente de ti. Pero como siempre pasa con
la muerte, se presenta esta sin avisar, sin llamar a la puerta. Brindaremos en
tu memoria la próxima vez que nos sentemos a tomar algo en tu bar preferido.
Descansa en Paz, Pili, quienes te
conocían cuidarán de Grace en tu ausencia.