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COMPRAR O NO COMPRAR, REALMENTE ¿ESA ES LA CUESTIÓN? (PART FOUR)

Pues nosotros aquí seguimos pico pala intentando de la mano de la genial Vanessa M. ( Verdandi (@Ipathia_) recordaros en qué consiste realmente adquirir un cachorro con un criador profesional y todo el coste, emocional y económico, que a estos les supone sacara adelante cada camada:

YWC: Retomamos ¿Qué tipo de compradores tenías?

V.: De todo tipo. No había un perfil socio-económico definido, si es lo que preguntas. Desde gente con trabajos humildes a personalidades de la prensa rosa o de la nobleza.

YWC: ¿Cómo los vendías y/o cómo/dónde te publicitabas?

V: Revistas especializadas, anuncios en prensa. Jamás con intermediarios o en tiendas.

Imagen de Pixabay

YWC: ¿Tus compradores tenían que cumplir algún tipo de requisito?

V: Sí, claro. Nunca entregábamos un animal en la primera visita. Nos gustaba que se fueran a casa y se lo repensaran. E incluso vieran a otros criadores. Cuanta más información recibieran y tomaran la decisión desde la reflexión, y no el impulso, mejor.

YWC: ¿Descartaste alguna vez a algún comprador?

V: Varias veces. No te negaré que alguna vez nos equivocamos, y aunque sean ocasiones minoritarias en comparación con los aciertos, a mí es algo que me acompañará siempre. Recuerdo claramente a esas familias que resultaron decepcionantes y cuyo principal perjudicado fue el cachorrito de turno. Lo lamento profundamente, ojalá pudiera echar el tiempo atrás y no haberles dejado llevarse a ese animal. Sobre todo hay un caso, uno en particular, en el que a mí no me cayeron nada bien, me dieron muy mala espina, pero venían recomendados y teníamos conocidos en común y acabé cediendo, pese al pálpito negativo. El perro murió en menos de 24 horas de llevárselo, y lo tengo atravesadísimo en la memoria (y muy presente en mi culpabilidad).  ¿Cómo se formalizaba la venta?

YWC: ¿Qué tipo de garantías tenía el comprador que te adquiría a ti un animal?

V: Todas las legales, para empezar: al contar con afijo y CIF, si su animal estaba enfermo (no sucedió jamás), hubieran podido denunciarnos por estafa, o si ese cachorro de X raza, a medida crecía, resultaba ser algo totalmente distinto, también. La relación que se creaba se volvía muy íntima, y era frecuente mantener el contacto durante mucho tiempo y  vernos de vez en cuando, recibir fotos del animal con su nueva familia.

YWC: Y desde el punto de vista del que lo compraba, ¿Qué tipo de garantías tenía que darte a ti el comprador?

V: La de esterilizar o castrar, como he dicho, si el animal iba para compañía. Informarnos a nosotros en caso de no poder seguir haciéndose cargo de él. De constar que lo regalaban o revendían sin nuestro conocimiento, en el contrato se indicaba que podíamos reclamarlo legalmente (era una “cesión”, algo que también es frecuente ahora que practiquen las protectoras).

YWC: Cambiando un poco de tercio, ¿Qué tipo de instalaciones tenías (requisitos, tamaño, infraestructura, costes)?

V: Casa. No había instalaciones ni jaulas ni infraestructuras especiales. Una casa particular con jardín como tantas otras. Ese era otro de los motivos para no acumular camadas. Las madres recién paridas necesitan tranquilidad, y espacios cálidos y confortables, que en nuestro caso eran nuestros propios dormitorios, donde la camada se mantenía segura y tranquila, lejos del alboroto natural de una vivienda.

YWC: ¿Y permisos?, ¿Necesitabas algún permiso especial?

V: El del núcleo zoológico.

YWC: ¿Hay algún tipo de control institucional? y si lo hay ¿quién lo realiza?

V: En teoría, SEPRONA y las consejerías de Medio Ambiente.

YWC: Una duda que me dejé atrás cuando te pregunté por la dedicación, ¿Cuáles eran las tareas diarias en el criadero?

V: La limpieza era obligatoria 7/365. No había domingos de descanso, máxime teniendo en cuenta que era el mismo espacio donde convivíamos personas. La limpieza era un deber diario.

YWC: ¿El criadero estaba a tu cargo en exclusiva o había más personas encargadas de las distintas tareas?

V: Al ser entorno familiar, todos participaban en mayor o menor medida, pero quienes nos encargábamos de los cuidados diarios, visitas al veterinario, exposiciones, etcétera, éramos mi hermana y yo.

YWC: Y si se trataba de una afición, ¿Por qué lo dejaste?

V: Varias razones, las tres principales: 

1. Hartazgo. Insisto en que exige mucha dedicación, y esas malas experiencias que comentábamos, por poquitas que sean, dejan marca. 

2. La lasitud de las leyes y cuerpos del Estado en acabar con el intrusismo y las malas prácticas en la compra-venta de animales. Es desolador, y doloroso. Eres David contra Goliat, y resulta imposible, sin ayuda, luchar contra los centenares de anuncios que regalan o venden cachorros supuestamente de raza sin control alguno, sin garantías, y por cuatro duros. Para muestra un botón:
https://twitter.com/SrtaCaballero_/status/1071776813045698560

3. Dinero. De verdad, ser criador honrado no es nada rentable, al contrario de lo que pudiera parecer. Es una ruina.

Imagen de Pixabay


Espero que lo de la ruina, lo hayan leído los infelices que cuentan con hacerse millonarios a costa de su perro… En fin… 

La semana que viene continuamos y os contamos, desde el punto de vista de un criador, cuáles son los aspectos mejorables en la compra/venta responsable de animales. 
¡Nos leemos!


Nota: fotografías de Pixabay.


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