Si la semana pasada os contábamos
el programa de Terapia Asistida con Animales, TACA, que se desarrolla en
colaboración con la Unidad Terapéutica del Centro Penitenciario de Villabona,
hoy queremos hablaros de otro proyecto de beneficio mutuo entre humanos y
animales: el programa CANCHA que se desarrolló desde la Fundación Amigos del
Perro en colaboración con la Fundación Siloé.
Para quiénes no tengáis el gusto
de conocerla, deciros que la Fundación Siloé es una entidad asturiana que
atiende a personas en situación de vulnerabilidad. Tienen como objetivo
prioritario a los menores, a los jóvenes que se encuentran en riesgo de
exclusión social y a los discapacitados intelectuales, pero también trabajan
con otros colectivos denostados e invisibilizados: los presidiarios, los
refugiados, los inmigrantes, los drogodependientes, los afectados por
trastornos mentales y/o los afectados por el VIH o el sida o lo que es lo
mismo: todos aquellos seres humanos que pueden ser excluidos y/o ignorados por
la sociedad. La Fundación Siloé, es en definitiva, una de esas instituciones
que tendríamos que inventar si no existiesen porque son quienes hacen de este
mundo un poquito más habitable.
¿Y quién podría ser mejor soporte
emocional de un ser humano olvidado, que un perro abandonado? Yo os lo diré
nadie, porque nosotros, las personas, razonamos, resolvemos, apoyamos, e
incluso financiamos, pero también juzgamos. Por eso lo que en un principio
comenzó como un proyecto de colaboración con menores para la introducción del
servicio a la comunidad que pretendía inculcarles a los chavales el valor del
voluntariado (“Aprendiendo a ser voluntarios” tenía por título el proyecto
educativo original) acabó convirtiéndose en el Proyecto Cancha, porque nos
dimos cuenta de que los animales aportaban muchos más beneficios a los jóvenes
que la simple introducción del concepto “voluntariado”.
Al igual que ocurre con los internos
de Villabona, los menores se involucran con facilidad en las tareas del cuidado
de los animales y van, sin darse si quiera cuenta, asumiendo pequeñas
responsabilidades: pasear un perro, cepillarlo, cuidarlo, es asumir la
realización de tareas en las que otro ser está a tu cargo, pero no hay miedo,
ni presión en ello. Es una evolución natural de la responsabilidad que conlleva
una madurez emocional, por eso es tan importante involucrar a los guajes en el
cuidado de los animales domésticos. Y ¿por qué les gusta a los chavales
trabajar con perros? Pues primero porque en edades tan complejas como la
adolescencia los juicios y los prejuicios están a la orden del día y los
jóvenes son las principales víctimas de los mismos. Los animales no reparan en
aspectos como la apariencia física, los recursos económicos, el contexto al que
se pertenece, o los “errores cometidos en el pasado”. Los animales solo ven un
humano que comparte con ellos su tiempo y su cariño, no necesitan más y ese
gesto tan sencillo contribuye en la reconstrucción de la autoconfianza de los
chavales, les permite rehacer su autoestima y consigue que se den la
oportunidad que en ocasiones han aprendido a negarse, porque la sociedad les ha
hecho creer que la tienen que rechazar.
FRODO en actividades del programa CANCHA |
El programa Cancha, fue tan relevante que formó parte del Proyecto Elaconti (El animal Contigo), financiado por el Ministerio de Educación. El objetivo principal del proyecto consistía en incluir la Educación Asistida con Animales de Compañía como materia de trabajo en la Formación Profesional desde una perspectiva socio-sanitaria. Estamos hablando del año 2012, cuando la Terapia asistida con animales, era una rareza, y en dicho proyecto participaron entidades de distintas comunidades autónomas (Comunidad Valenciana, Euskadi, Asturias, Cataluña, Extremadura y Canarias) que comenzaban a desarrollar actividades innovadoras en éste ámbito. Asturias estuvo representada en el proyecto por Centro Integrado de Formación Profesional Cerdeño quien a su vez introdujo a Amigos del Perro (la única protectora involucrada desde el principio) y la Fundación Siloé, que compartieron su experiencia aplicando la terapia asistida con menores en riesgo de exclusión social.