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Y el virus nos robó la playa

 Hoy estoy nostálgica y siento como una losa sobre mi frente esta extraña circunstancia que nos está tocando vivir. No soy especial por ello, ya lo sé. Tampoco sé exactamente por qué me siento así. Por todo y por nada, precisamente por eso prefiero vomitar en palabras la angustia que ahora siento, a ver si soltando lastre puedo continuar como si nada. Lo siento por los que estáis hoy al otro lado de la pantalla.

Nunca llovió que no parara, dicen. 

Dicen muchas cosas. En fin...

El pasado viernes, aunque todos lo intuíamos y la prensa llevaba días rumiándolo, la noticia del cierre nos pilló como siempre en bragas Babia. Tras el susto, hicimos lo que hicieron muchos avilesinos, salir corriendo a la playa a despedirnos del mar. El atardecer rojizo y la temperatura agradable me infundieron una tristeza anticipada, la del adiós que no sabes cuánto va a durar. Va a ser jodido. Sé que ya lo hemos hecho y que lo prioritario es la salud, pero qué mal me muevo en la incertidumbre la virgen... Decenas de perros galopaban por una arena de marea baja mientras sus dueños confiábamos en que la policía nos perdonara la multa por una última vez. Como el último deseo que no se le niega a un condenado. Era un contraste curioso, perros felices, dueños asustados. Ahí dudé de todas esas teorías que dicen que los animales perciben tu estado de ánimo, porque de percibirlo el viernes, estaba claro que se habían quedado con el a follar que el mundo se acaba que nos quiten lo bailao, aunque el ambiente general era más bien un: qué dios reparta suerte. 


Echaré de menos la playa, ese refugio que dios nos dió a los que vivimos en la costa. Me gusta más la playa en invierno, el viento frío que sale del mar, las olas rugientes, el vaho que se forma al hablar, la arena blanda. La echaré de menos, como a los amigos de los que no me pude despedir, como a mi familia. Será una cita obligada marcada en el calendario la vuelta a su orilla. 

Vendrán tiempos mejores, porque en algún momento tienen que venir. 

Cuídense amigos, porque de momento las cosas están difíciles.





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