Puntos a evaluar antes de incorporar un animal a tu
familia
Lo primero, e
importantísimo, es que todos los miembros de la familia estén de acuerdo en el
aumento de población. Si no es así, habrá problemas. Muchos problemas. Y la
solución no será fácil. Así que, antes de nada, hay que hablar del tema largo y
tendido; si hay dudas, buscar la forma de resolverlas.
Si hay objeciones, algunas
serán salvables y otras no: “todos los animales me dan miedo” o “tengo alergia
al pelo de perros y gatos”, son prácticamente definitivas, y nos dejan como
única opción un peluche o un neopet; “no tengo tiempo para sacarlo a pasear” o
“los gatos son muy ariscos”, pueden resolverse optando por un gato en el primer
caso, y por un perro en el segundo (o un gato siamés, persa, o de cualquier
otra raza que destaque por ser afable y dócil). También habrá que valorar el
impacto económico en nuestro presupuesto: comida, desparasitación, veterinario,
seguro, etc.
Ahora que ya hemos
decidido que sí, que vamos a aumentar el número de miembros del hogar, tenemos
que asignar funciones: un nuevo miembro implica más tareas a realizar: higiene,
alimentación, ejercicio, limpieza de menaje y espacios propios y comunes. Saber
de antemano quién se encargará de comprarle la comida, quién le llevará al
veterinario, a quién le corresponde cepillarle, etc., nos ahorrará discusiones
a corto plazo.
Nos queda pensar qué
haremos durante las vacaciones, los viajes, las posibles emergencias: un animal
no puede ni debe quedarse solo en casa. Si bien un gato puede estar solo todo
un día o una noche, un perro no. Al perro te lo puedes llevar de viaje con
facilidad, el gato tiene más problemas de adaptación, salvo que lo acostumbres
desde cachorro. ¿Tenemos algún familiar o amigo que pueda hacerse cargo de él
durante unos días? ¿Alguna residencia de total confianza que nos quede cerca?
Son cuestiones a valorar, que deben tener respuesta satisfactoria antes de
decidir.
Dependiendo de nuestra
familia y su actividad, de la vivienda en que habitamos, de nuestro horario
laboral, nuestras preferencias, etc., nos decantaremos por un perro o un gato,
y nos orientaremos hacia un tipo físico o comportamiento determinado.
Si nuestra actividad
física consiste básicamente en hacer sillonball y algún paseo, un perro
tranquilo se adaptará perfectamente y nos ayudará a mejorar nuestra salud: no
es lo mismo pasear solo que acompañado.
Si lo que nos gusta es
correr o hacer rutas de montaña, un perro activo es justo lo que necesitamos.
¿Por qué adoptar? Fácil,
porque hay muchísimos perros y gatos sin hogar. La adopción a través de una
protectora de animales te garantiza el cumplimiento de la normativa tanto
administrativa como veterinaria: tu perro o gato estará legalmente identificado
(vamos, que tendrá sus “papeles” en regla), desparasitado y vacunado, y si
tiene algún problema de salud, lo sabrás antes de tomar la decisión de
llevártelo a casa. Además, te ahorras una buena cantidad de dinero, cosa muy
importante en los tiempos que corren: lo tendrás vacunado, desparasitado,
chipado y esterilizado por muchísimo menos dinero de lo que te costaría si lo
hicieses por tus medios; en algunos casos, ni siquiera te costará un céntimo.
Comprar cachorros
procedentes de la cría ilegal (es decir, todos los que no proceden de criadores
con afijo) es, además de un riesgo económico, puesto que no sabes en qué
condiciones está el animal, un riesgo social: fomentas la cría indiscriminada
para beneficio económico de gente sin escrúpulos, que no solo no cuidará
mínimamente de los padres, sino que matará a los cachorros que no pueda vender
antes de que se hagan mayores. Solo crían por dinero, así que, si nadie compra,
dejarán de criar.
Comprar cachorros
procedentes de un criador legal es una garantía en cuanto a su salud, pero no
tiene mucho sentido si no vas a dedicarlo a alguna actividad que requiera un pedigree
certificado. Por tanto, estarás pagando una considerable cantidad de dinero por
un papel que, verdaderamente, no te sirve para nada si lo que quieres es un
animal de compañía, es decir, un miembro de la familia.
En las protectoras,
albergues y refugios encontrarás perros y gatos de razas variadas (incluso
alguno que parece reunirlas todas), de todas las edades y todos los tamaños.
Es un cúmulo de
decisiones: especie, tamaño, sexo, raza, edad, nivel de actividad, tipo de
pelo... que a veces se ven desplazadas por un flechazo. Lo ves y... ¡te
enamoras! Ese es tu perro (o gato, o hurón, o... o), y sabes que tiene que ser
el que comparta tu vida desde ya. Si ocurre, adelante: has encontrado un
compañero.
Y una vez todo
solucionado, ¡ya puedes divertirte! es
el momento de ir a comprar el “ajuar” para el nuevo miembro de la familia...
¡pero no te excedas, que estamos en crisis!