Se le puede ver cualquier
domingo en Langreo paseando perros del albergue de la Fundación Protectora Amigos
del perro. Forma parte del paisaje desde hace mucho tiempo. Pero además,
colabora con otras entidades de protección animal.
¿Qué
haces?
Colaboro con la protectora dando paseos a los perros que acoge, con especial dedicación a los perros más fuertes y activos para intentar aliviar, en la medida de lo posible, el estrés que sufren.
¿Por qué lo haces?
Para hacer un poco mejor la vida de los animales del albergue de Langreo, a corto y a medio plazo. A corto plazo, haciéndoles desconectar unas horas de su ambiente, de forma que conozcan otros sitios, olores, interactúen entre ellos y con las personas. Y a largo plazo, para que esta actividad facilite su adopción, que es siempre el objetivo final.
¿Qué consejo darías a los nuevos voluntarios?
Que lo prueben al menos una vez, a pesar de que a priori pueda parecer una actividad dura y sacrificada. A mí me costó mucho dar el paso por miedo a implicarme demasiado emocionalmente y pasarlo mal, pero la felicidad que muestran los perros con el más mínimo detalle lo compensa.