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YWC: SOY UNA CASA DE ACOGIDA


El otro día os contamos como entramos a formar parte de los voluntarios de Amigos de Perro como “casa de acogida”. Hicimos alusión al vínculo creado y a los miedos acerca de las posibles consecuencias en los perros que acogíamos, hablamos un poco del motivo por el que pese a que adoramos a cada uno de los perros que han pasado por nuestra casa no los podíamos adoptar. Sin embargo, releyendo el texto creemos que es necesario volver sobre nuestros pasos y explicar un poco mejor lo que supone ser una casa de acogida. La letra pequeña del contrato.


ROLAND, nuestro actual ahijado, en adopción en Amigos del Perro, que es un bendito y de momento ¡no ha roto nada!


Lo cierto es que si alguien lee cualquiera de las historias que les dedicamos a nuestros ahijados podría pensar que ser casa de acogida es coser y cantar, y esto es cierto, pero solo en parte. Es importante tener en cuenta varias cuestiones, que vamos a intentar resumir:

1. En primer lugar, es necesario ser conscientes que estamos tratando con animales. No como algo peyorativo, sino como una definición. Tratamos con perros, no con humanos. Son animales, son adorables, achuchables, entendibles, pero es necesario partir de esa premisa: No son personas. No significa que sean mejores ni peores, pero esto es así, son otra especie y tienen otros códigos.

2.  Partiendo de esta idea, tenemos que darnos cuenta de que al “acoger” un perro en casa estamos asumiendo una responsabilidad. Que durante el tiempo que esté con nosotros ese perro es responsabilidad nuestra y por tanto que debemos ser consecuentes con nuestros actos.

3.  Hay que tener en cuenta otro punto importante. No es nuestro perro. No lo conocemos aún. Tenemos que observarlo para poder saber quién es. Qué tipo de carácter tiene. Qué es lo que lo asusta, ante que situaciones reacciona y cómo lo hace. Por eso es importante que nos presentemos al perro antes de llevarlo a casa. La calle es un terreno neutral, no es tu casa ni la suya, es más fácil que el animal no se sienta intimidado. Esto no quiere decir que el animal vaya a comportarse exactamente del mismo modo en casa que en la calle, pero es menos brusco para él. Otro punto imprescindible en nuestro paso a ser casa de acogida: dejarnos aconsejar. No debemos encapricharnos con un perro por su apariencia física, es necesario que los trabajadores nos indiquen cuál es el perro más indicado para nosotros, cuál es el que mejor responderá a la “terapia” de ir a una casa de acogida temporal. Nosotros nunca hemos escogido al perro que sería nuestro ahijado, en todo momento nos vino dado. La protectora conoce nuestras posibilidades y ¡sobre todo nuestras limitaciones!



Paco y Kika destrozando literalmente nuestro salón y un traje de carnaval que encontraron por el camino...




4.  El primer día no hay magia. El primer día es difícil para todos. Depende del estado emocional del perro puede ser mejor o peor, pero el primer día siempre es de tanteo. Hay perros que se sienten más protegidos en casa que en la calle, pero son los menos, la mayor parte de ellos sentirán que están en una casa que no es la suya y no sabrán cómo comportarse.

5.  Los perros pueden ensuciar y romper, porque les falta educación. No es para siempre, no es incorregible, no ocurre todas las veces, pero puede ocurrir y es normal.


Oni después de haber tirado los cojines del sofá al suelo comiéndose lo que había apañado en el tendedero de la terraza...






6.    La mayor parte de los animales lo único que necesitan es tiempo. Con tiempo y una caña que decía mi abuela, pero aplicado al mundo canino. Cariño, tiempo, paciencia y un orden consecuente que seguir.


7.   No somos etólogos, aunque a mí personalmente me gustaría serlo, solo somos autodidactas y contamos con 20 años de experiencia a nuestras espaldas. Hemos aprendido mucho con el paso del tiempo, con la ayuda de expertos, de veterinarios, de trabajadores ¡e incluso de César Millán! La experiencia es la madre de la ciencia y comprender el lenguaje canino es básico para colaborar en su educación. Recuerda son animales, los queremos, nos adoran, pero para poder entendernos necesitamos conocer su idioma aunque ¡nosotros no ladremos! (o al menos no siempre)


Muki bañándose después de haberse rebozado en m... en hierba, en hierba :Þ y luego secándose en las alfombras:







María y Javi

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