En la vida diaria surgen situaciones que nos llevan a lo que aparenta ser una comparación entre perros y niños y que molesta a mucha gente. Y como nuestra intención no era molestar ni comparar, nos quedamos un poco sin saber qué decir. Analicemos algunas de esas situaciones:
- Tráfico. Tanto perros como niños pueden cruzar la calle sin mirar, vengan o no vengan coches. Los perros, además, pueden salir corriendo detrás de un coche o una moto por mucho tráfico que haya alrededor, o sentarse tan tranquilos en medio de la carretera a rascarse la oreja. Tanto los niños como los perros se comportan con total inocencia, ignoran el peligro; y si bien las consecuencias de atropellar a unos o a otros son muy diferentes para el conductor, sin duda no lo son para la víctima.
- Deambulación errática. Que viene siendo ir de un lado a otro, tropezando o haciendo tropezar a los demás, por no estar pendiente de sus movimientos; por ejemplo, en un sendero peatonal, peor aún si es compartido con corredores o bicicletas. Aquí, tanto niños como perros se mueven de forma rápida y aparentemente aleatoria, sabes dónde están en este instante pero no dónde van a estar en el siguiente, y es muy fácil que intercepten el paso de una persona mayor o un ciclista que acabe cayendo al suelo.
- Responsabilidad. La gente que no es capaz de cuidar de su perro o gato, que lo abandona o no le presta la atención y cuidados necesarios, no es lo bastante responsable como para cuidar de un niño. Eso lo sabemos de forma instintiva, pero tampoco es una comparación.
- Maltrato. También de forma instintiva sabemos que quien abusa de un animal indefenso hará lo mismo con un humano indefenso, especialmente si puede hacerlo sin que le traiga consecuencias. Y, ¿qué humano más indefenso que un niño?
No se trata de comparar, sino de identificar comportamientos similares, sea entre perros y niños o respecto a ellos.
Piensa en ello, analiza tus motivos, y recuérdalo la próxima vez que alguien te diga "¡no vas a comparar!" ;)
Kamparina