Homenaje (plagio J)
al caso de Mia y Pedro publicado en el Blog de Animales y Cía en el diario El País. Diario de un Gatuno Primerizo:
La quiniela de Mia.
Hace un par de semanas os
relatábamos todos los combates cotidianos que libramos (y perdemos) a diario con
nuestros compañeros gatunos… Hoy queremos recoger las batallas que disputamos
con la perra. Teníamos la tonta
esperanza de atisbar algún indicio de victoria, pero los resultados hablan por
sí mismos y evidencian dos cosas: que vivimos en una Bichocracia, y que está claro que no somos educadores caninos…
María y Javi vs.
Nanda. Primera Parte
1.
No
subirse a las camas ni al sofá: Empate Técnico
Bueno… Vaya por delante que esto
era más un tema de logística que una norma…. Cuando Nanda se vino a vivir a
casa, nos dimos cuenta de que su tamaño era muy superior al de los otros perros
que habíamos tenido hasta ese momento… No es que Nanda sea muy grande, es que
sus antecesores en el cargo eran muy pequeños… Así que pensando en su talla
decidimos que no podíamos dejarla dormir en la cama o en el sofá con nosotros,
porque sencillamente los tres no cabíamos…Y en fin, yo quiero mucho a mi perra, pero algo me dice
que Javi se enfadaría bastante si lo relegásemos entre las dos a la
alfombra J por lo que a lo que voy: Nanda no duerme con
nosotros en la habitación. Primer objetivo conseguido: La perra no duerme en la
cama (al menos cuando estamos en casa…)
El segundo punto, los sofás,
también estaba superado hasta que llegó la gata…
Nanda tenía, y tiene, mullidos
capazos repartidos a lo largo de todas las habitaciones para que se sienta
confortable cuando está en cada una de ellas, peeeeeeeero un día de repente
Luni aterrizó en nuestras vidas y en cuanto llegó nos dimos cuenta de que
pretender que un gato se acomode en un capazo en el suelo es una película aún
no escrita de ciencia ficción… Así que Luni, empezó su reinado desde la butaca
y fue en ese preciso instante, en el que Nanda, que es muy demócrata e
inclusiva, decidió que si había otro animal en casa que tenía derecho a dormir
plácidamente en los sillones, ella no iba a ser menos. Aplicó su lógica
aplastante y desde entonces no hay quien la apee del sofá…
Lo paradójico del caso es que, en
un principio, cuando decidimos que era preferible que la perra no se subiese al
sofá, la elección se fundamentaba en que solo disponíamos de un sillón en el
que los tres hubiésemos estado francamente apelotonados… Pasaron unos cuantos
años y un par de gatos por en medio y los sofás, al igual que los gatos, se
duplicaron, dándose actualmente la ridícula circunstancia en la que Nanda
duerme a sus anchas en un sofá para ella solita mientras Javi y yo intentamos
robarles un poco de espacio a Luni y Guiñapo que se han adueñado del otro…
2.
No
comerse al gato, a ninguno de los gatos preferiblemente (María y Javi ganan)
Conseguir que Nanda no se
merendase a Luni fue un triunfo, pero tan exitoso que cuando introdujimos a
Guiñapo en casa no necesitó ni siquiera un día para asumir que el número de
gatos se había multiplicado por el arte de birlibirloque… Bien por nosotros…
Pero claro, eso fue la parte fácil… La difícil ahora consiste en evitar que se
coma la comida de los felinos… Y es que
el día que Nanda decidió que no iba a merendarse a Luni fue el mismo en
que reparó que la comida para gatos es mucho más sabrosa que la de los perros… Ese día se
dio cuenta de que si se zampaba a la gata probablemente disfrutaría de un
banquete extraordinario, pero ya no
habría más latitas gourmet que robar… Hizo el cálculo y por su propio interés
decidió garantizarse una segunda ración de comida diaria…
Sobra decir que ése, la comida,
es el mismo motivo por el que casi recibió a Guiñapo con alegría, acuñando el
refrán: doble gato, doble plato…
- No meter el focico en la caja de arena de los gatos (Nanda wins)
Sí… Como a casi todos los perros
a Nanda le encantan las deposiciones felinas… No sé cómo Purina no se ha
dedicado a comercializarlas como “golosinas para perro”… Sobran las
explicaciones porque no nos vamos a poner escatológicos, pero me encantaría que
entre la “gourmet” de la gata y la “guarra” de la perra hubiese un término medio…
Y como decían en el “Un, dos,
tres”, hasta aquí podemos leer… De momento… La semana que viene seguimos contando
nuestras miserias cotidianas…
Feliz Semana
y Recordad: La idea original (es decir la buena) salió de aquí: