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HUBO BATALLAS QUE PERDIMOS CONTRA UN GATO… ¿Y CONTRA UN PERRO? PARTE II

Homenaje (plagio J) al caso de Mia y Pedro publicado en el Blog de Animales y Cía en el diario El País. Diario de un Gatuno Primerizo: La quiniela de Mia.

Bueno la semana pasada empezamos a desgranar esos pequeños enfrentamientos cotidianos en los que la perra nos ha ido ganando terreno… Porque como ocurre con la educación de los niños, la teoría siempre es fácil… Pero la práctica…

Así que hoy seguimos haciendo públicos nuestros fracasos:

María y Javi versus Nanda. Parte II

1.       No meter el focico en el plato de tu dueño (María y Javi win, pero poquito…)
Efectivamente… Lo de mi perra, va de meter el focico donde no debe… Bueno como lo de todos los perros… En realidad esta fase de meter el morro en el plato de la gente, la hemos superado.
No le damos nada mientras comemos, con lo que ella mantiene una prudente distancia entre plato y morro, pero (siempre hay un pero) para conseguir este objetivo, le enseñamos que si esperaba pacientemente a que acabásemos,  una vez recogidos los platos en la cocina le daríamos un premio. Así que Nanda espera a que acabemos. Eso es cierto, pero también lo es  que según se va acercando el final de la manduca, mi perra se empieza a inquietar e incluso a lloriquear por lo bajini si la sobremesa se alarga… Vamos que hemos ganado, pero poquito…

  1. No mendigar comida en las terrazas (Nanda gana de forma apoteósica)
Mi perra, como las palomas y las gaviotas, no tardó en relacionar terrazas y comida extra, así que no pone objeción alguna a que te sientes a pasar el rato en una de ellas.  Nanda, se coloca junto a ti, firme, dispuesta a esperar lo que haga falta. Se sienta y su lomo forma un perfecto ángulo agudo de 60º, con las patas estiradas, la cabeza recta y los ojos fijos, telepáticos consignando la silenciosa orden: “Dame ese pinchoooo, dáaaaaamelo….”
Yo a veces, solo a veces, he aprendido a no prestarle atención a esa mirada penetrante que intenta por todos los medios traspasarme. Ella también sabe que soy capaz de ignorarla. Es consciente de que llorar en la terraza no está permitido por lo que habitualmente suele darse por vencida y echarse bajo la mesa, peeeeeero (aquí está otra vez el maldito pero), cuando se da cuenta de que contigo no funciona y hay vecinos o compañeros de mesa, utiliza su mejor cara de cordero degollado para mendigar un mísero trozo de pan …  Ella sabe que funciona, que hay humanos mejores y más generosos que la suya, que están dispuestos a compartir su ración de comida con un pobre y encantador chucho de perrera… Sí amigos… Yo no tengo nada en contra de que la gente le dé premios a mi perra, Nanda no tiene necesidades especiales de alimentación (de momento) por lo que no interfieren en su salud ni en mis creencias, pero me muero de vergüenza cuando veo a mi perra sentada junto a mí pero dándome la espalda intentando conquistar al vecino de al lado, vendiéndose al mejor postor por un mísero trozo de queso…



  1. No saltar encima de la gente al saludar (María wins)
Bueno gano yo más o menos y depende del día claro, y digo esto porque saltar solo salta sobre mí (así de mal la tengo acostumbrada), sobre el resto de humanos conocidos no se abalanza con sus patazas bien abiertas, pero (he aquí el puñetero pero otra vez) se resiste a no darles una bienvenida digna a sus visitantes por lo que empieza a celebrar su llegada “cantando”. Sí, Nanda canta, como las ballenas, en un tono muy particular mezcla de ladrido (prohibido) y aullido (¿aullido? Nanda por el amor de Dios tú tienes de Husky lo que yo de Monje Tibetano…) Un tono bronco de voz, con el que repite melodías en una especie mantra, Auohm, Auohm, que le dedica con alegría y distintos grados de intensidad a casi cualquier persona que cruza el umbral de nuestra puerta (comerciales y repartidores incluidos…)




  3. No comerse la basura (María y Javi ganan milagrosamente)
Bueno aquí la solución no la pusimos nosotros si no un cubo de basura, pero uno que tuvimos que comprar ex profeso en una tienda de decoración. Uno de esos que imita a los basureros antiguos, con su tapa metálica y todo. Tuvimos que recurrir a lo “vintage” no por seguir una tendencia estética sino porque aquí la señora es un poco marisabidilla y sabe que si pisas en el pedal de los cubos modernos la tapa se abre y te puedes servir libremente…
Perra lista,  en la época anterior al cubo (la llamada era A.C.) esperaba a las dos de la mañana, cuando todos dormíamos para darse su pequeño homenaje… O  mejor  aún a que directamente no estuviésemos en casa y entonces el banquete se lo daba a lo grande, en la cama, como los marqueses… Y creedme, no es nada agradable llegar a casa un día cansado con el único pensamiento de meterte corriendo en el catre y encontrarte con restos de cáscara de huevo, o arena de gato entre las mantas…
El cubo, ha venido a traer paz a nuestra casa y unos mínimos de higiene a mi cama…

  1. No coger cosas de la mesa o la encimera de la cocina (Guiñapo… Aquí gana otra vez Guiñapo)
Sí, lo sé, estoy hablando de Nanda, pero aquí nos adelanta Guiñapo a todos a 220km/h y por la derecha… Y es que la solución más práctica a la que habíamos llegado era depositar las cosas susceptibles de ser extraídas por la perra encima de la nevera donde ella no llegaba, pero Ay Amigos, llegó Guiñapo, y donde un perro no alcanza, siempre llegará un gato… Por lo que volvemos a perder estrepitosamente…




Por hoy no ha estado mal… Vamos a dejarlo aquí, donde parece que vamos ganando el equipo de los humanos… La próxima semana continuamos enumerando nuestros combates diarios, aunque ya hemos perdido la esperanza de resultar vencedores…

¡Buen Lunes! e Insistimos: La idea original la tomamos prestada de aquí:






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