Probablemente el título os suene
a coña marinera, a película de gánster o a exageración desmesurada, lo triste
es que es una realidad constante en la rutina de las protectoras.
Casi me atrevería a decir a
diario, se reciben llamadas o correos de personas que cansados de sus animales
domésticos exigen que así: ZAS, de un
plumazo, les liberemos de su pesada carga. Son gente, que lejos de comprender
el objetivo de los albergues, piensa que todos nosotros tenemos un trastorno
acumulativo que nos lleva a dar palmas con las orejas cuando alguien nos ofrece
quedarnos con un nuevo animal.
En serio, cuando contactan,
parten de la idea de que nuestra primerísima reacción va a ser dar gracias al
cielo por tener otro animal que rescatar y que antes siquiera que acaben la
frase vamos a dejar todo lo que tenemos entre manos para salir corriendo a la
“caza y captura” de un nuevo ejemplar para nuestra colección… Cuando se dan
cuenta de que en realidad, gracia más bien nos hace poca, porque bastante
tenemos con encontrarles un hogar a los que tenemos en los albergues como para
dedicarnos a sacar a otros que ya lo tienen de sus casas, las reacciones suelen
pasar de la sorpresa a la desesperación.
Algunos se limitan a decirnos
pero entonces ¿yo qué hago? pero estos no son los peligrosos, estos son tan
solo pequeños inconscientes que
primero pensaron que un animal era un peluche y después que las protectoras
serían la red sobre la que saltar sin tener que tirarse al vacío. Éramos su
plan B y el choque con la realidad tras estamparse contra el duro suelo es algo
duro de encajar, pero hoy no estoy hablando de ellos...
Fuente: https://www.facebook.com/TheOfficialGrumpyCat/ |
Tampoco me refiero a los que por
circunstancias de la vida, que es muy puta y a veces da vueltas de campana,
tienen que buscarle una nueva familia a los suyos y piden ayuda a las
protectoras para hacerlo de forma responsable. No os sintáis agraviados que no
va por vosotros.
Yo de los que quiero hablar es de
los otros, de los del: “pues tú
verás, pero o lo coges tú o lo dejo por ahí tirado”, los de “pues yo no me voy
a quedar con él, así que o vienes y lo recoges o me lo cargo”, los del “pues
Vaya protectora de mis cojones narices que deja tirado a mi perro”…
Esos, esos son a los que yo hago referencia en el título. Los que además de
ponerte de mala ostia por las formas, te meten en una encrucijada porque o cedes
a su chantaje o sabes que será el animal el que tendrá que pagar las
consecuencias.
Estos tipos son los que no
contentos con hacerte responsable de una situación que ni has provocado ni propiciado,
para que no te sepa a poco te “regalan” además un horrible sentimiento de
culpabilidad… Y ¿por qué?, pues porque tú “eres el amante de los animales”, tú
haces esto por gusto, y ellos entienden que su imposición en realidad es un goce
para ti, que te están haciendo un favor. Vamos que si te opones es más por
llevarles a ellos la contraria que por cualquier otra cosa, porque está claro
que la que ellos te están asignando, es una tarea que a ti te corresponde por designio
divino.
Según esta perspectiva vital, además de todo
somos unos desagradecidos. Ellos, que nos lo están dando todo hecho, que están
haciendo que no tengamos que ir por ahí buscando perros para rescatar, que ya
nos dan ellos el suyo, nos dicen dónde localizarlo y nos dan facilidades de
todo tipo y nosotros, seres ingratos, falsos “animalistas”, que después de todo
eso, de todos sus esfuerzos, les decimos que no podemos recoger a su perro… Pero
¿quién coño nos hemos creído que somos?...
Pues así, una semana tras otra,
asqueados, frustrados, cabreados y vilipendiados, tenemos que ir haciéndonos
cargo de animales que no tienen la culpa del dueño que les ha tocado en desgracia.
Todo esto, para tener dos premios asegurados: otro infeliz al que reubicar y un
nuevo imbécil que se dedicará a ponernos a caer de un burro ante cualquier atisbo
de oportunidad que tenga.
Es maravilloso el mundo de las
protectoras, en serio. Tenéis que probarlo, emociones fuertes aseguradas. En
fin… Éste es el medio, en el que nos toca medrar… Qué Dios nos coja confesados,
y por cierto, hablando de Dios y de sus cosas: “Cada uno llevará su propia carga de
responsabilidad” (Gálatas 6:5).
Pues me van a perdonar Dios y la Santa Biblia, pero vamos, que se ve que esto
como el resto de lo que ponen las sagradas escrituras, nos lo pasamos todos más
bien por el forro…