Escribo esto porque cada vez que
abro twitter me abofetean las necesidades de las protectoras de media España y
parte del extranjero. No es una crítica es una realidad, sigo a varios
albergues y constato como por desgracia todas estamos igual, necesitadas de
fondos por supuesto, pero también de casas de acogida. Creo que muchas veces el
problema parte de que los particulares no somos conscientes de las necesidades
reales de un albergue por muy municipal que éste sea. Los albergues y las
protectoras tienen una capacidad limitada. Los fondos, cuando los hay, son
escasos y lamentablemente no se incrementan con cada nuevo recién llegado, el
espacio, también es el que es, por eso es importante concienciar a las personas
no solo en la responsabilidad de no abandonar a sus animales si no también, de
colaborar en la recolocación de los mismos cuando nos los encontramos. Os pongo
un ejemplo cercano y no voy a hablar de Amigos del Perro, para que no me acusen
de partidista J.
Hace dos inviernos, el que hoy es mi gato se cruzó en nuestras vidas al ser
atropellado por un coche. Totalmente noqueados por la desagradable situación y
horrorizados por lo que acabábamos de presenciar, llamamos a una protectora
avilesina que se hace cargo de las colonias felinas. La historia de Guiñapo,
comenzó así, con una llamada de teléfono a una pequeña protectora sin ninguna
cobertura municipal, y constituida por apenas media docena de personas que
destinan sus propios fondos y sobre todo su tiempo a ocuparse de los animales
más defenestrados de nuestras ciudades, después de las palomas. Yo como os
digo, las llamé, y allí se plantaron sin conocernos de nada, recogieron al gato
en su transportín y acudieron a su veterinario de confianza el cual acudía en
ese momento a abrir la clínica para cubrir la urgencia. Mi labor oficialmente
había terminado allí, pero yo por desgracia sé lo que se cuece en las
bambalinas de las protectoras, sé que no dicen “no puedo” que se hacen cargo de
los problemas y responsabilidades del resto de la sociedad mientras los demás
seguimos nuestro camino satisfechos por haber hecho lo que correspondía. Por
eso esa noche le dije a Pilar, que la llamaba al día siguiente para hacerme
cargo de los gastos de lo que yo creía iba a ser una eutanasia. No fue así, mi
pequeño terrorista (apodo cariñoso para un gato al que o haces caso o te la lía
bien parda) aún tenía unas cuantas vidas que gastar, y estaba dispuesto a
pasarlas conmigo. Nosotros acogimos y luego adoptamos a Guiñapo cuando vimos
que era compatible con el resto de habitantes de la casa. No pretendo que todo
el mundo lo haga, pero creo que es necesario que empecemos a ser conscientes de
que cuando llamas a una protectora porque te has encontrado un perro o un gato
y no sabes qué hacer con él, le estás “enjaretando” sin saberlo el problema que
no sabes solucionar a un tercero. Está claro que uno no tiene por qué hacerse
cargo de un animal que no es suyo, pero sabed, que los albergues y las
protectoras, tengan o no un carácter municipal, siempre están sobrepasados de
gastos y escasos de espacio. Sabed que cuando cuelgas el teléfono tras haber
puesto a un animal a salvo, en realidad estás añadiendo un cargo adicional a
entidades que sobreviven gracias al sobreesfuerzo de sus trabajadores y
voluntarios. Necesitamos más conciencia e implicación, no solo entre los dueños
si no también en los rescatadores. No puedes quedarte el animal que has
encontrado, totalmente entendible, no hay problema en ello, pero la próxima vez
que te tropieces un animal abandonado, implícate en la medida de tus
posibilidades, muévelo en tus redes sociales, pregunta por él, dona pienso o
una pequeña ayuda para su manutención y/o gastos veterinarios. Donde acaba tu
trabajo, empieza el nuestro y créeme, es largo e invisible pero además es caro.
La incontinencia urinaria es un problema que afecta a muchos perros especialmente cuando son mayores, aunque también puede aparecer en perros jóvenes por distintas causas. Por ese motivo, cuando notamos que un perro pierde orina de manera involuntaria, es importante identificar la causa para poder proporcionarle el mejor tratamiento. Entre las razones más comunes están las infecciones urinarias, los problemas neurológicos, la debilidad muscular y los desequilibrios hormonales. En hembras esterilizadas, la incontinencia puede deberse a la falta de estrógenos, lo que provoca debilitamiento en el esfínter de la vejiga, una condición llamada "incontinencia de esterilización". Un artículo de Parker y Browne (2015) muestra que la suplementación con hormonas y algunos medicamentos pueden ser muy efectivos en estos casos, pero claro está siempre que su administración se realice bajo supervisión veterinaria. ¿Qué hacer si tu perro tiene incontinencia? Consulta al veterinario : El es...