Hace poco os conté la historia de una princesita que encontró un hogar, si os lo perdisteis, podéis leerlo pinchando aquí. Hoy os voy a contar como les va a ella y a su nueva familia.
Era tan pequeñita, estaba tan delgada y despeluchada y tan... todo, que les resultaba muy difícil tenerla aislada mientras se curaba de la infección por hongos; al principio todos respetaban escrupulosamente el aislamiento, la tocaban con guantes y se ponían ropa que no salía de la habitación en la que estaba, y se lavaban bien antes de salir de ella. Pero claro... Nano, que es un perro muy parecido a mí y a la vez muy diferente (que cosas tan raras digo, ¿verdad? es que Nano tiene el pelo clarito y yo negro, Nano pesa 6 kgs. y yo 16, pero los dos somos andaluces y mestizos de pelo rizado, y tenemos una vida estupenda), lo que decía, Nano se pasaba las horas tumbado con la nariz pegada a la puerta de la habitación de la princesita, y la pobre daba saltitos para ver más allá y acercarse a ellos, y es sólo un bebé y lo ha pasado tan mal, y necesita tanto cariño y contacto humano y... en fin, lo que suele ocurrir: las medidas de aislamiento se fueron relajando poco a poco, y ahora la princesita ya pasa mucho tiempo fuera de su habitación jugando con su familia. Nano la ha enseñado a jugar a tirar de un peluche, uno de cada lado, eso que llaman tug of war y que a la mayoría de perros nos encanta.
La princesita ya va cogiendo peso y recuperándose, con sus baños y su medicación para los hongos, y ahora comparte con su familia el tiempo, los juegos... y la medicación, porque claro, ya se han contagiado todos :Þ
Nuestra princesita ha encontrado un hogar, sí, y es un palacio de cuento, porque su familia se ha arriesgado a contagiarse en bloque para poder darle el cariño que necesita. Muy pronto todos lo habrán superado, y la princesita crecerá feliz y hermosa; ya lo es, aunque de momento esté aún algo despeinada.
¡Os mantendré informados!