Hoy le he sonreído a una paloma
por la calle y me he dado cuenta de lo maravillosos que pueden ser los animales
con tan solo existir. Hoy, me he parado a pensar que creo que no hay nada más
fiel y sincero que un animal. Pero me equivocaba.
Hay algo que valoro casi tanto
como a los animales, por su inocencia y todo lo que nos enseñan sin saber casi
nada; los niños.
Hoy vengo a hablar de los dos pilares
de mi vida, los niños y los perros. Y quiero dirigirme de manera un tanto
especial a todas aquellas familias que se debaten entre el “sí” y el “no” entre
adoptar un animal por sus hijos.
¡Por favor! Es que sí. No podemos
tan siquiera imaginarnos como un cachorro humano y un cachorro canino pueden
interactuar, crear un vínculo y lo que más nos importa para nuestros hijos: ser
un excelente compañero, una fuente de afecto y sobre todo de aprendizaje.
Hace un tiempo os contaba los
beneficios que puede tener un perro como acompañamiento para personas en edad
avanzada, pues hoy os vengo a contar lo mismo, pero con personitas de edad
atrasada. Los perros, pueden ser una buena influencia en el desarrollo
psicológico del niño, en el buen desarrollo de su inteligencia emocional, en otras palabras, los niños aprenden
valores como el respeto, el compañerismo y no solo eso, el compromiso con el
sufrimiento ajeno, la empatía… Y voy más allá, un niño aporta a un perro el
conocido “querer y ser querido”, algo que por desgracia muchos perros
desconocen. Todo esto, contribuye a que la autoestima y el bienestar
psicológico de ambos aumente, podríamos decir que los dos cachorrillos se
otorgan paz.
Por otra parte, los perros
también favorecen el desarrollo psicomotor temprano en los niños más pequeños a
través del juego, el ejercicio, la persecución, las risas… y en los niños más
mayores, estimula el ejercicio, muy importante a esas edades.
Como ya dijo Richert Charles
Benchey: “el perro le enseña al niño la fidelidad, la perseverancia… y a dar
tres vueltas antes de acostarse”.
Bromas aparte, y antes de
despedirme, me gustaría pediros una cosa a todos aquellos que decidáis adoptar
una mascota (y recalco adoptar, comprar no, eso caca – en idioma de cachorros humanos): un perro no es un juguete.
Sé que se dice mucho, pero no es un capricho, no es como cuando le compras un
perro parlanchín a tu hijo y a los dos días se cansa y lo deja en el rincón con
los demás. No lo es. Necesita ejercicio, cariño y momentos de paz; ¡Que no todo
iba a ser juego! Adoptad, por favor, pero adoptad con cabeza (o mejor con
cerebro).
Hoy le he sonreído a una paloma
por la calle y me he dado cuenta de lo maravilloso que es vivir rodeado de
seres que nos regalan todo sin pedir nada a cambio.
Por cierto, os dejo una foto de mi película favorita de la infancia, que refleja muy bien todo lo que os he contado, a ver si adivináis cuál es...
¡Gracias por vuestra atención!
¡VALORÉMOSLES MÁS,
POR FAVOR!
Nos están dando toda
su vida.
Lucía Muñiz