Bueno como sabéis estamos
intentando sacar adelante dos miniaturas caninas a base de biberón. Como es
lógico, Pattie y Shelma ocupan gran parte de nuestro tiempo y también hacen su
aparición en las conversaciones que mantenemos con nuestro entorno. El día
antes de su llegada, fuimos al veterinario a por tratamiento para desparasitar
a nuestros animales, a los que ya estaban en casa y estando con el “médico” surgió
el debate de la esterilización.
Hay profesionales que como él,
por motivos biológicos no ven clara la esterilización por defecto de los animales,
entienden que tenga que hacerse, pero consideran que en muchos casos, entre
particulares, se realiza la operación más por una comodidad para el humano que por
una necesidad para el perro. Alegaba lo siguiente: entonces, ¿Por qué no les ligamos las trompas a las
perras en lugar de vaciarlas? y continuaba, Yo te lo digo, porque hay un componente de incomodidad con el celo de
las perras que también quieres erradicar, para el animal sería menos agresivo
el tratamiento si le ligásemos las trompas, pero ya puestos en materia,
queremos evitarnos además otras molestias como el sangrado…
Reconozco que nunca lo había
visto desde ese punto de vista, pero lo entiendo, es su realidad. La realidad,
de una clínica privada por la que pasan cientos de perros malcriados hasta la
saciedad, sobrealimentados, mimados y en muchos casos hasta vestidos.
Esa realidad no es la nuestra. Es
cierto, que hace dos años entendí un poco esa postura cuando simplemente por el
riesgo que representaba un potencial embarazo llevamos a esterilizar a la Lola.
En aquel momento cogimos una perra sanota, bruta, activa y enérgica y la
metimos voluntariamente en quirófano para volver a casa horas más tarde con un
animal alicaído que lloriqueaba de dolor… No fue agradable… Sabía cuál era la
finalidad de lo que estaba haciendo, pero fue desgarrador vivirlo.
Puedo entender que cuando te
enfrentas a esa situación diariamente te plantees cuál es realmente su
propósito, ahora bien, esa no es nuestra guerra…
Cuando tu día a día no está
poblada de perros consentidos sino de huérfanos y desamparados, tu visión es
otra…
Cuando te encuentras con una
camada azotada de cualquier manera en la basura, el río, la cuneta o el
descampado, solo puedes pensar: Ojalá lo hubieran estuviera esterilizado… A
veces no sabes muy bien si estás pensando en el perro o en el dueño, pero
creedme, lo primero que te viene a la mente es la necesidad de esterilizar. Por
eso defendemos la esterilización por defecto. Algunos piensan que como en la
canción de Siniestro Total queremos llevar a las razas a la extinción («Esterilizad a vuestros hijos, juntos de la
mano hacia la extinción» extracto de letra de Pueblos del Mundo ¡Extinguíos!, Siniestro Total (1988)), pero no se
trata de eso, seamos realistas:
—Si a estas alturas de la película ya todos tenemos claro que al
contrario de lo que se creía antiguamente no es necesario que las perras tengan
una camada al menos una vez en la vida para evitar desarrollar enfermedades.
—Si sabemos que la camada de
nuestras perras sería una putada porque no tendríamos absolutamente nada que
hacer con los cachorros.
—Si somos conscientes de que la maternidad en los perros responde a un
instinto y no a un deseo de realización vital.
—Si la mayor parte de nosotros no somos criadores ni tenemos la
capacidad de dedicarnos a ello.
—Si cientos de perros de distintas edades y condición pueblan los
refugios de toda España olvidados del mundo y de la mano de dios.
¿Me queréis explicar por qué
tendríamos que no predicar la
necesidad de esterilizar a los perros domésticos?
Pues eso, debatamos, y si no
queréis que esterilicemos a la perra del que nos deja abandonada una camada
para que se la criemos, dejadnos al menos que soñemos con castrar al dueño…