La perspectiva de dedicar horas de nuestro tiempo
libre a ayudar a los animales abandonados, colaborando como voluntario en un
albergue o refugio, le resulta agradable a mucha gente. Pasear con los perros,
cepillarlos, darles mimos, jugar con ellos… Entretenido y además, una buena
obra.
Pero… ¡no es suficiente! No caeremos en el error
puritano de considerar que si es divertido no puede ser bueno. Muy al
contrario, creemos firmemente que para que el trabajo voluntario prospere,
tiene que ofrecer satisfacción.
Sin embargo, para que esa parte agradable del
trabajo surta efecto, es decir, para que los perros aprovechen ese tiempo de
ejercicio, esparcimiento y socialización, tiene que haber gente que se ocupe de
limpiar, alimentar y revisar tanto
perros como instalaciones, y de mantener al día los registros y fichas, hacer y
difundir fotografías, contestar los correos y llamadas telefónicas, atender a
los posibles adoptantes, instituciones, autoridades, organizadores de eventos, comprar
comida, poner vacunas, prescribir y administrar medicamentos… y conseguir
fondos para pagar todo esto.
Además de pasear a los perros, hacen falta
voluntarios que cataloguen y etiqueten las donaciones recibidas para vender en rastros,
eventos y mercados, que atiendan los
stands, se ocupen de transportar los materiales necesarios, de su montaje, etc.
Voluntarios que acerquen a los perros a la
peluquería para dejarlos presentables y aumentar sus posibilidades de encontrar
una familia, voluntarios que acojan a los cachorros recién llegados, para que
estén el menor tiempo posible en el albergue, o a perros que han sufrido
operaciones quirúrgicas, para que puedan recuperarse.
También, hacen falta voluntarios que suban a la
gatera a jugar con los gatos, que también son peludos abandonados y necesitan cariño
y mimos, y socialización para conseguir una familia.
Voluntarios que apliquen sus habilidades y
capacidades profesionales a mejorar la vida de los animales tutelados, como
Lucio reparando y reformando las instalaciones, o Beni dibujando y cosiendo.
Voluntarios que busquen y gestionen puntos de
recogida de donaciones.
Voluntarios que hagan fotos y describan el
carácter y comportamiento de los perros o gatos, para que el mundo lo sepa, y
su futura familia pueda encontrarlos.
Voluntarios descubridores de nuevos eventos a los
que acudir para dar visibilidad a los peludos en adopción, nuevas fuentes de
ingresos para mantenerlos, nuevos colaboradores que, de un modo u otro,
participen en esta aventura.
Voluntarios como nosotros, que quizás tengan
talentos que no han descubierto aún y que pueden revertir en el bienestar de
los animales, más allá de pasear y cepillar...