Si tenéis gato, sabéis perfectamente lo feliz que le hace una siesta al sol. Probablemente en más de una ocasión habréis leído sobre la necesidad de la luz solar para que los felinos asimilen correctamente la vitamina D. Sin embargo si no vivís en un piso soleado, no tenéis que preocuparos, aunque la vitamina D es necesaria para que nuestros mininos tengan unos huesos sanos, ésta puede ser aportada por una alimentación equilibrada.
La realidad es que los gatos no necesitan tanto la luz como el calor. Los felinos duermen una media de 15 horas diarias (¡olé!) y durante el sueño la temperatura corporal del animal desciende, por ese motivo los gatos buscan fuentes de calor: el sol, el regazo de sus dueños o un ordenador portátil, son algunas de sus “estufas” predilectas. Los gatos callejeros también necesitan compensar su metabolismo con calor, es el motivo por el que se cuelan en los motores de los coches. Recordad, si aparcáis en la calle en invierno, antes de arrancar el motor, dad un par de golpes en el capó para que el ruido los haga salir.
El sol y el calor son en definitiva positivos para nuestros felinos, pero ¿quiere decir esto que son inmunes a los golpes de calor? Lo cierto es que no. Los gatos no transpiran, como nosotros, su forma de regular su temperatura consiste en jadear o lamerse, pero este recurso es muy lento ante golpes agudo de calor. Por supuesto, no afecta a todos los gatos por igual, hay una relación directa entre el tipo de pelaje y la temperatura corporal de nuestros felinos. Los gatos de pelo largo, necesitan menos calor que los de pelo corto, igual que no les afecta del mismo modo la luz del sol a los de pelaje oscuro que a los de pelaje claro. Los gatos blancos o las variedades sin pelo, son mucho más sensibles al calor y las quemaduras solares, por lo que puede ser incluso precisa la utilización de protectores específicos. En invierno, cuando la luz del sol es indirecta, sestear al sol no es un problema, pero en los meses de verano, y en determinadas zonas incluso nuestros gatos pueden tener problemas ante una exposición demasiado intensa al sol. La mejor forma de compensar el exceso de calor es la existencia de ventilación y por supuesto la disponibilidad de agua fresca. Si pese a las precauciones teméis que el minino se haya dado un baño de sol demasiado prolongado, estos son algunos de los síntomas de los golpes de calor en gatos:
- Movilidad nula
- Respiración dificultosa
- Encías azules
- Temblores
- Vómitos
- Taquicardia
- Pérdida de equilibrio al caminar
Si por el contrario, vuestro gato se despereza del sol con bostezos, estiramientos de cuello, patas y arqueamiento de lomo, quiere decir que está perfectamente, su sueño es normal y su estado físico bueno, lo que quiere decir que está más que listo para su próxima siesta.
Gatos y Humanos, disfrutad del sol, ¡es uno de los pocos placeres que nos quedan gratis! :)