Solo tú puedes hacer que ocurra.
No puedes cambiar el mundo de un día para otro, pero puedes cambiarlo un poquito cada día. Sí, en serio.
Mira, cuando yo llegué a mi casa, eso de ser adoptado era un poco raro en un pueblo pequeño; a mi humana le pedían explicaciones, que si como se le había ocurrido recogerme de una perrera, que si cómo es que me había elegido a mí precisamente (me encanta cuando cuenta que vio mi foto y se enamoró), que si no tenía problemas al ser adulto...
Poco a poco, el discurso fue cambiando, y la cosa iba ya por comentar lo bueno, guapo y afortunado que soy, lo bien que me adapto, lo sociable y mimoso que me muestro, lo pegadito que voy a mi humana cuando estoy suelto, lo rápido que vuelvo con ella si me llama en el parque... "¡Este perro está enamorado!" fue la frase que más me gustó.
Y ya había más perros adoptados, y ahora, tres años después, la mayoría de los vecinos con perro se enorgullecen de eso mismo, de que sus perros son adoptados (no es que los otros sean hijos biológicos, como dice mi humana, pero bueno... adoptar implica un compromiso, un contrato, unas condiciones).
Hay humanos mayores que salen de paseo con los perros de sus hijos o nietos, y dicen muy orgullosos que "el peque es adoptado, mi hijo lo trajo de la protectora, era tan poquita cosa y venía tan asustado... y míralo ahora".
Así que ya ves, una humana puede cambiar el mundo de un perro, y ese cambio se extiende alrededor, como las ondas que hace una piedra cuando la tiras al agua.
Decídete, depende de ti.