¡Buenos días a todos! Es verano, y aunque internet y las
series han ido destronando poco a poco al cine como proveedores de material
audiovisual, lo cierto es que aún hay un pequeño reducto en el que el cine
sigue ganando por goleada: el cine proyectado.
Esa sensación del veranito, con sus noches calurosas en las
que no apetece dormir, el bullicio de la gente y lo que nos pide el cuerpo una
terraza, solo puede ser coronada con el cine de verano. Coger la silla de casa,
la plegable de la playa o el taburete de la cocina, acarrearla hasta el punto
de encuentro, sentarte a verla rodeado de gente cada uno con su asiento
desparejado, como reza el anuncio, no tiene precio. Llamadme sentimental, pero
soy capaz de tragarme cualquier bodrio con tal de que sea al aire libre y proyectado
en una pared… En verano, no quiero saber nada de Breaking Bad, The Wire o Juego
de Tronos, las series son para el invierno. El verano es de las terrazas, la
noche y los cines.
Mientras sigo esperando a que los Ayuntamientos de mis
respectivos pueblos, el real y el adoptado, se dignen a confirmar en sus
programas la inclusión de un par de sesiones de Cine de Verano, ahí le dejo a
los correspondientes concejales de cultura una sugerencia de película a proyectar:
Perla.
Perla es la historia de una perra mestiza a la que su
familia original abandonó por las calles de Santiago de Chile. Sergio M.
Castilla, el cineasta que firma la película, estaba siendo devorado por su
propia crisis personal y profesional en el momento en el que su vida se cruzó
con la de Perla y deciden adoptarse mutuamente.
No la he visto, pero me gustaría. Solamente la frase con la
que se publicitaban la hace merecedora de estar en mi lista de deseos: “Quién
Salvó a Quién”.
Podéis echarle un ojo a la historia de Perla y a la película
aquí:
Y recordad, si vosotros también queréis ser salvados por un
perro, tenemos unos cuantos candidatos listos para ser vuestros ángeles de la
guarda.