Me encanta ir al parque, correr por la hierba, oler la tierra, regar las margaritas... pero hay quienes ni lo disfrutan, ni quieren que lo hagamos los demás. Esos son los vándalos, los gamberros, los incívicos que dejan basura por todas partes, rompen las papeleras y los bancos, arrancan los árboles y cualquier otra maldad que se les pase por la cabeza. Como si en el mundo solo existieran ellos, y todo lo demás, y todos los demás, estuviera para su disfrute.
Es posible que haya sido un peludo como yo el causante de esto (bueno, vale, un peludo más alto que yo), pero el responsable es el humano que le acompañaba. Eso suponiendo que no haya sido directamente un humano el causante...
Ya véis, ramas de árboles arrancadas de cuajo, plásticos, botellas, envoltorios... y no es por falta de papeleras, que en este parque hay una cada diez pasos.
Por suerte, aún queda esperanza: entre las nuevas generaciones hay gente con conciencia cívica, gente que ama el parque y el mundo, y por tanto los cuidan; gente que cuando se reúne en el parque, se fabrica su propia papelera para no dejar huellas indeseables. ¡Muchas gracias!
Y como inspeccionar todo el parque cansa una barbaridad, aunque me venga bien para bajar las lorzas, ¡premio!