Aquí una humilde servidora no piensa entrar a debatir si la futura de Ley de bienestar y protección animal, dejará al trasnochado famoso desfile del 12 de octubre sin su más reconocido participante, la cabra de la legión. Eso lo dejo en manos de juristas y periodistas, para que continúen con el debate. No obstante, no me resisto a hablar de la popular mascota del cuerpo de legionarios, porque para quiénes no lo sepáis aún, aúna dos de mis grandes pasiones: la historia (y por tanto la guerra) y los animales (ergo, los animales soldado). Dejé ávida cuenta de esta afición en todas estas entradas dedicadas a los animales soldado y su participación en las distintas guerras de la historia contemporánea
Probablemente la cabra de la legión es el último reducto de lo que antaño era una costumbre, las mascotas que acompañaban, ayudaban e indudablemente levantaban el ánimo de los soldados.
Antes de que, como a menudo me pasa, os llevéis las manos a la cabeza y empecéis a tildarme de insensata para arriba, si me leéis y tenéis perro o gato, deteneos un momento a reflexionar sobre ellos y contestad a estas sencillas preguntas: ¿Os acompañan?, ¿Os levantan la moral?, ¿Os ayudan simplemente existiendo y coexistiendo a vuestro lado? Bien. Como sé de buena tinta y por experiencia propia que la respuesta a todas estas cuestiones es sí, decidme entonces ¿Por qué carajo la vela, no pueden los militares sentir la misma afinidad y sentimiento por los animales que los acompañan?
Cierto es que tiempo atrás otro tipo de animales silvestres recogidos por los soldados ocupaban estos lugares, y no seré yo quién defienda la tenencia de animales salvajes como mascotas, pero esos monos, osos, gacelas e incluso los arruís (bóvidos salvajes del Sáhara de la familia de los muflones), pertenecen a otro tiempo, uno en el que tampoco era infrecuente que las personas de a pie, compartiesen sus vidas con este tipo de animales sin ser conscientes del daño que esta situación podría acarrear a la biodiversidad. No lo digo por decir, en casa de mi abuelo, hasta un raposo encontrado de cachorro en una obra convivió con el resto de los animales domésticos en la cuadra, pero en aquel entonces ¿A quién le iban a preocupar la fauna, flora y medio ambiente, si estaba el país sumido en una terrible y famélica posguerra?
Retomo, que ya sabéis que me disperso:
Solamente recordar el papel que los animales han desempeñado en los regimientos: mantener intacto el vínculo de humano y humanidad. La paradoja de la guerra, es que la humanidad de los hombres tuvo su reducto en los animales que los acompañaban. Cuidar a los animales les permitía volver a ser personas. Por eso han sido tan importantes para las tropas las mascotas.
Cuanto menos curioso le resulta a la mayor parte de la gente que los legionarios hayan elegido como símbolo a la cabra. Antes de que hagáis el chiste fácil, no tiene nada que ver con la estabilidad mental de la tropa, sino con que durante décadas, los batallones debían desplazarse con su propio avituallamiento, y no hay mejor nevera para mantener los alimentos frescos que llevarte contigo al animal vivo... El cuidado diario, hizo el resto, porque por muy legionario que seas, siempre hay un animal con el que encariñarte a base de alimentarlo día a día.
Los animales indultados, la cabra, o el carnero, resultaban ascendidos a mascota y tras heredar una mascota tras otra, la cabra de la legión acabó por ser el símbolo más visible de este cuerpo.
El pasado miércoles desfiló con la legión su actual mascota, un carnero denominado Titán y más allá de las opiniones y las ideologías, lo que es indudable es que un año más, se convirtió en el protagonista indiscutible del desfile anual de las fuerzas armadas. Ni el rey, ni el presidente, ni el maestro armero, levantan esa expectación. Le pese a quien le pese, todos los años, los españoles, los de bien y los otros, ponen la tele, para ver desfilar a la cabra, este año, el carnero, de la legión.
Que tengan buena semana,
YWC
Titán desfilando el 12 de octubre de 2022. Fuente El Español
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