Silvia de la Vega
Etología Veterinaria
Hablemos ahora de las
consideraciones de adaptación, en lo referente a tu gato. Tener un hijo pone tu
casa y tu vida patas arriba, ¡y la de tu gato… no digamos!
La llegada de un bebé a la
familia produce enormes alteraciones en la rutina familiar y en la disposición
del entorno, que pueden afectar a un gato, haciéndole padecer estrés y
ansiedad. Así, pueden observarse en el gato problemas de conducta relativos a
la ansiedad y al miedo (y no problemas de celos, como mucha gente cree).
Para minimizar estos
problemas y hacer que tu gato encaje en la nueva situación, he aquí unos
consejos:
1.- Cambios Graduales
Dado que la noticia de la
llegada de un bebé a la familia se conoce con muchos meses de antelación, es
fundamental aprovechar esto para poder preparar a nuestro gato, de la forma más
gradual posible, para todos esos cambios que vendrán.
Es conveniente hacer una
lista de todas las tareas y cambios que tenemos que hacer en casa, así como de
los objetos relativos al bebé que tendremos que adquirir, de manera que podamos
planificar una introducción de todos estos cambios de forma gradual, 1 o 2 cada
vez, permitiendo que el gato se acostumbre a ellos antes de introducir uno
nuevo.
2.- Habituación a objetos,
olores y sonidos
A través de una
introducción gradual, permitiremos que el gato se acostumbre a los objetos
nuevos, que en principio le parecerán amenazantes, pero que pronto podrá
investigar a su propio ritmo.
También es importante
dedicar, con antelación, varias semanas a acostumbrar al gato a los sonidos
típicos que hace un bebé. Para ello, existen cds de presentación comercial, y
también webs de sonidos de donde pueden descargarse de forma gratuita.
Así, comenzaremos
reproduciendo estos sonidos (por ejemplo, en la cadena de música), al nivel más
bajo que el gato perciba, en breves sesiones realizadas a diario. Conforme
vemos que el gato no reacciona y se encuentra relajado con ese nivel de sonido,
podemos subir un poco el volumen, etc. Estos ejercicios también pueden
asociarse a actividades placenteras para el gato, como sesiones breves de
juego.
Debemos considerar también
que algunos de los objetos del bebé hacen un ruido que puede asustar a nuestro
gato, por lo que trataremos de acostumbrarle, de nuevo gradualmente, a dichos
sonidos. Así, podemos comenzar desplazando brevemente el carrito lejos del gato
mientras éste come, para poco a poco hacerlo más cerca y en otros momentos.
Igualmente, accionaremos
en distintos momentos aquellos objetos del bebé que tienen música.
Los olores son también de
gran importancia para los gatos. Una recomendación útil sería comenzar a
utilizar con meses de antelación las colonias y cremas que utilizaremos con el
bebé, para que el gato asocie ese olor con los miembros de la familia que ya
conoce. Se recomienda llevar a casa, en los días en los que madre y niño estén
en el hospital, ropa o pañales del bebé para que el gato contacte con los
olores del pequeño.
3.-Acondicionar la casa
también para el gato
Acondicionar la casa
también para el gato es altamente recomendable, incluso si eso añade más tareas
y más cambios a nuestra, ya de por sí, larga lista.
Intentar que nuestro hogar
esté provisto de sitios seguros para nuestro gato es una de las cosas más
importantes. Debe haber lugares en alto (que resultarán imprescindibles cuando
el bebé comience a andar), accesibles para el gato en todas las habitaciones,
así como escondrijos, pudiendo combinarse ambos conceptos, por ejemplo, estaciones
en alto para gatos que incluyen cunas o casitas.
Además, podemos elegir un
lugar de la casa que sirva como refugio al gato y donde el niño no tendrá
acceso, para lo que colocaremos una barrera. Pueden utilizarse las clásicas
vallas de niños; algunas vallas tienen un hueco específico para esto, otras
pueden colocarse elevadas unos centímetros sobre el suelo para que el gato
pueda pasar por debajo.
Las vallas de niños
también son de utilidad para impedir el acceso del pequeño, cuando éste pueda
moverse, al lugar donde está la bandeja de eliminación.
En el refugio o habitación
segura que preparamos para nuestro gato, podemos colocar juguetes, rascadores,
camitas confortables etc., y realizar con el animal actividades agradables,
como juego, para acostumbrarle a que le guste el lugar, si no lo utiliza ya de
forma habitual.
Respecto a la cuna, que
con facilidad resultará atractiva para el gato, siendo un sitio resguardado,
confortable y en alto, muchas veces similar a sus propias camitas, podemos
colocar en ella materiales que la hagan poco atractiva, por ejemplo, cubrirla con papel de aluminio que suele
desagradar a los gatos, o llenarla de botellas de plástico vacías.
4.- Ajustar
progresivamente nuestra rutina y relación a la que será en un futuro
Examinar con antelación
cuál es la rutina del gato (horarios de comidas, juego, limpieza de bandejas,
etc.) y la cantidad de atención que le damos a lo largo del día y transformar
progresivamente eso, a lo largo de los meses, hacia una rutina y nivel de
atención que podamos cumplir cuando llegue el niño. Normalmente esto conlleva
tener que disminuir la cantidad de atención, pero aumentar la “calidad” (por
ejemplo, establecer periodos de juego rutinario con el gato).
Esto se hace no sólo para permitir
una habituación gradual al nuevo estilo de vida, sino para que no asocie el
cambio con la llegada del bebé, ya que ya estará “en marcha” cuando este aparezca.
5.- Supervisar siempre
Gatos y niños deben de
estar siempre supervisados por un adulto que vigile las interacciones e impida que el niño trate de manera brusca al
animal. Conforme el pequeño crece, se pueden hacer ejercicios con un peluche
sobre qué cosas es apropiado, y cuáles no, hacer con un gato. Idealmente todos los
contactos, que deben fomentarse, serán porque el gato se acerca a nosotros, en
vez de ir nosotros a él. En esos contactos, puede recibir caricias, elogios o
premios.