Hoy tenemos a otra representante de la nueva generación de voluntarios, esos chicos y chicas que son el presente de la protección animal, y que cada día sientan las bases del futuro.
¿Qué haces?
Pues voy todas las semanas al albergue, a encontrar la paz que tanto anhelamos gracias a unos peludos maravillosos que están deseando que los saques a dar el tan ansiado paseo, que los cepilles, que juegues un ratín con ellos y que les des muchos miminos, esos que dejaron de recibir un buen día. También voy a atender a los stands que se ponen en los distintos eventos, y recientemente estoy ayudando con el tema de los nuevos voluntarios. Llevo a los perros a los distintos desfiles y por supuesto difundo y procuro dar a conocer lo que hace Amigos del Perro. Y tengo acogido a un abuelín, a Jota, que son los que más sufren las heladas del invierno, y porque ellos no son invisibles, tienen muchísimo amor que regalarnos y mucho que enseñarnos.
¿Por qué lo haces?
Porque pensar pobrecitos, o no quiero ir a un albergue porque lo voy a pasar mal no les ayuda en nada. Porque los que realmente lo pasan mal son ellos, porque la satisfacción personal de ver sus caras y acompañarles en un paseo no tiene precio. Porque realmente los que te ayudan a ti son ellos, y no tú. Porque tenemos muchas cosas que aprender de ellos: fortaleza, esperanza, alegría, agradecimiento, ausencia de rencor. Fue mi tía, Luisa Álvarez, quien me animó a acompañarla en esta aventura.
¿Qué consejo les darías a los nuevos voluntarios?
Que no lo duden ni un momento, que es una experiencia de vida única, especial e impagable. Que se sientan afortunados de poder compartir momentos con seres tan especiales, que nunca olviden que los protagonistas son ellos, nosotros somos secundarios, no vamos al albergue a hacer amigos, que si los haces (que seguramente los harás), genial, pero que el único objetivo son ellos y su bienestar. Que nuestro ejemplo va a ser espejo para otras personas indecisas o con miedo, pero ¿qué no sentirían ellos cuando los abandonaron?