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Los primeros días deja el gato y el perro
en habitaciones separadas para que se vayan acostumbrando a los olores, dejando
que se huelan entre sí por debajo de la puerta de la habitación.
No hay que olvidar que los animales
se identifican por sus olores: durante estos días, intercambia sus mantas y
cojines, para que se vayan acostumbrando cada uno al olor del otro.
Para la primera presentación en
persona, es mejor que el perro esté relajado, no estresado, suele ser una buena
opción darle un paseo largo que lo canse, que haya comido bien, que siempre los
tranquiliza.
Tienes que sujetar a tu perro por la
correa para controlar sus movimientos.
En cuanto a tu gato, tiene que tener
acceso a sitios elevados que no se encuentren al alcance del perro, y también
debes dejarle libertad para huir y esconderse si así lo desea. Deberías de
cortar las uñas de tu gato antes de hacer las presentaciones, por si se asusta
y decide atacar la nariz de tu perro, si se acercan demasiado para una primera
vez y tu gato se siente agobiado.
Lo más normal es que tu gato pase
mucho tiempo mirando al perro y acostumbrándose poco a poco a su olor (que ya
conoce porque lo hemos previsto) y a su presencia. No se debe nunca forzar el
contacto, este se dará progresivamente en la convivencia. Si el gato se siente
obligado a estar junto al perro se puede obtener el resultado contrario al que
buscamos, o sea que tu gato odie a tu perro y que tu perro solo lo vea como una
presa o un juguete en movimiento. No podemos olvidar las naturalezas de los
dos.
Si tu perro intenta correr hacia el
gato, retenlo y corrígelo con un NO seco, no es necesario que le grites, y
sobre todo tienes que estar muy muy tranquilo/a porque tu tranquilidad se
transmitirá a ambos animales.
Si hace esto, no le acaricies, a
veces tendemos a hacerlo para tranquilizarlo, pero el perro interpreta esta
acción como un refuerzo positivo de que está haciendo las cosas bien, que es
justo lo contrario de lo que buscamos.
Si el perro está muy focalizado en el
gato, mirándolo fijamente, dale un toquecito con la rodilla para distraerlo y
que cambie la mirada, para no resultar tan agresivo para el gato.
Siempre que tu perro se mantenga
tranquilo y calmado, prémialo con una golosina o bien con caricias y voz suave.
Si, por el contrario, se muestra ansioso, impulsivo y ves que puedes perder el
control del mismo, retiralo a otra habitación cerrada, y dejalo unos minutos,
hasta que esté calmado del todo y puedas volver a empezar.
Siempre que acabes los ejercicios de
presentación, cada uno de ellos debe de estar en habitaciones separadas.
Hay que repetir varias veces el
procedimiento de presentación, tanto varias veces al día como durante varios
días. La pauta aproximada, aunque varía mucho dependiendo de cada animal, sería
de tres a cuatro veces al día, durante tantos días como sean necesarios y
aumentando, según se vean progresos, el tiempo de permanencia en común.
Aún así, no se puede olvidar que no
es seguro al 100% que ambos puedan llevarse bien, no hay garantía, existen
riesgos por lo que no dejes nunca solos a tu perro y a tu gato sin supervisión,
porque aunque tengan buena relación puede que jugando pierdan el control y se
llegue a consecuencias fatales.
Es muy importante que el gato se
sienta muy seguro y que pueda huir a un espacio de confort, la cama debería
estar siempre en un sitio alto al que no llegue el perro, y tendría que
disponer de escondites donde tampoco pueda acceder el perro.
Hay que garantizar la seguridad de
ambos para poder llegar a una convivencia en armonía, sin olvidar que hay casos
en los que es imposible que convivan por sus diferentes caracteres por lo que
deberemos organizarnos de manera diferente si nosotros queremos disfrutar de la
compañía de ambos.
Lola Moreno
Educadora y entrenadora canina acreditada por la Consejería de Agroganadería del Principado de Asturias
Presidenta de la Fundación Amigos del Perro