Debéis pensar que me he vuelto loca del todo por hacer precisamente este inciso en este blog, pero quiero explicarme. Hace bastante tiempo hablando con una amiga que trabaja con personas con discapacidad, se hacía, y me hacía, la siguiente reflexión: el voluntariado no debe suplir nunca al trabajo remunerado, pero, comentaba, bien que recortan fondos acogiéndose a estos trabajadores.
No lo había pensado hasta ese momento, pero me di cuenta de que tenía toda la razón. El voluntariado, es en esencia una de las manifestaciones del espíritu compasivo y solidario de las personas, o por decirlo de alguna forma, una definición palpable de humanidad.
Son múltiples sus aspectos positivos: el asociacionismo -la unión hace la fuerza- el altruismo - sin ánimo de lucro; la búsqueda de una sociedad más justa, solidaria y émpatica . Por supuesto las motivaciones que llevan a las personas libremente a realizar tareas de voluntariado, son loables: filantropía, solidaridad, generosidad, convicción. El problema es que en estos tiempos de crisis, el voluntariado, puede por desgracia convertirse en un arma de doble filo.
No pretendo con este escrito, echar atrás a cualquier persona que haya pensado en involucrarse en cualquiera que sea la causa, las manos desde luego son en todas las organizaciones necesarias y bienvenidas, pero sí quería hacer hincapié en la doble lectura que puede hacerse de la insistencia que desde las administraciones llega para motivar esta participación. Una sociedad sana, debe ser desde luego solidaria con aquellos que no disponen de las mismas oportunidades para desarrollar sus vidas. Me da igual que se trate de niños, que de ancianos, que de discapacitados, que de emigrantes, que de enfermos o animales. No se sienta nadie ofendido por la comparación, todos tratamos de mejorar el mundo que nos rodea haciendo aquello que por compromiso, creencia y posibilidades tenemos al alcance. No trato, insisto, de echar por tierra el trabajo voluntario que miles de personas realizan diariamente en España. Solo, insisto en que me resulta cuanto menos sospechoso que en este período de inestabilidad económica que nos ha tocado vivir, se trate desde distintos ministerios de alentar a la gente a la participación activa.
Muy señores míos: el voluntariado es una de las mejores formas de concienciación que existe, y les agradecemos su apoyo así como su promoción desde las más altas instancias, pero por favor, no nos tomen por tontos. No recorten inversiones más que necesarias para que nuestro trabajo no sea en vano. No utilicen la dedicación de tanto tiempo gratuitamente cedido, para recolocar unos fondos que no les viene bien en este momento utilizar. Por favor, tengan presente que nuestra labor, la de todos nosotros, está directamente relacionada con las necesidades sociales más elementales. No suplan con nuestra dedicación la profesionalización de los trabajadores de cada sector. No podemos desarrollar el mismo trabajo, ni lo pretendemos, solo queremos echar una mano, complementar su trabajo. Es tarea de la administración, justo lo contrario, conseguir que nuestro trabajo sea cada vez menos necesario. Si la sociedad fuese más justa, si la igualdad de oportunidades se garantizase a todos desde la cuna, si pudiésemos cubrir todas las carencias y concienciar desde el respeto, nuestro trabajo, no tendría sentido. Señores del Gobierno, de la administración regional, de los ayuntamientos: No queremos protagonismo, de hecho nos gustaría que nuestra causa desapareciese, eso significaría verdaderamente un éxito. Así que trabajen desde su ámbito en “hacernos desaparecer”, insistan en la educación en valores, inviertan en infraestructuras e investigación sanitaria, fomenten el respeto al medio ambiente y podrán recortar los fondos que sus ministerios tanto precisan para otras causas menos solidarias.
Gracias por su colaboración.