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DATOS CURIOSOS SOBRE LA VISIÓN DE LOS ANIMALES

Hay varios factores que combinados, determinan el tipo de visión que tienen los distintos animales. Aunque diferentes, todos los ojos tienen algo en común: células que reaccionan ante la luz. Tanto en los humanos como en los animales, las imágenes captadas por los ojos son procesadas por el cerebro.

Los ojos más sencillos no hacen más que detectar si los alrededores están iluminados u oscuros y los más complejos sirven para proporcionar el sentido de la vista. Los ojos compuestos se encuentran en los artrópodos, insectos y animales similares y están formados por muchas facetas simples que dan una imagen pixelada; no imágenes múltiples, como a menudo se cree.

Existe una gran diversidad en el número de ojos dentro del reino animal:

Dos ojos al frente: permiten tener una visión en tres dimensiones, porque el cerebro combina la información que capta cada ojo otorgando lo que se llama visión binocular. Pero cada ojo ve algo diferente (hombre y la mayoría de los depredadores).

Dos ojos laterales: posibilita un campo visual amplio y panorámico, aunque con reducida agudeza visual (herbívoros, conejos, peces y muchos otros animales, que sirven de presas).

Cinco ojos: la estrella de mar tiene un ojo en cada extremo de sus brazos (algunas tienen cinco brazos pero otras cerca de 40), llamados “copas oculares”.

Ocho ojos: la mayoría de las arañas tienen ocho ojos, otras tienen seis.

Diez ojos: los cangrejos tienen dos ojos a los costados de su cuerpo, cinco en el “lomo”, dos en la mitad de su cuerpo y uno bajo su cola.

Cincuenta a cien ojos: las almejas tienen todos esos ojos acomodados alrededor de su cuerpo.

Realizando un análisis desde los organismos más simples hasta los más complejos, podemos ver que muchos organismos simples tienen receptores luminosos capaces de reaccionar ante determinados movimientos y sombras:

Algunos primitivos protozoos: apenas aprecian la diferencia entre luz y oscuridad, pero otros son capaces de detectar la luz y nadar hacia ella.

Las lombrices de tierra: no tienen ojos pero poseen cientos de células sensibles a la luz, ubicadas debajo de la piel, que les permiten orientarse.

Los insectos: verán la ubicación del néctar gracias a unas manchas ultravioletas. Poseen ojos compuestos llamados científicamente omatidios, que forman una imagen más o menos rudimentaria. Algunos llegan a dominar los 360 grados por la posición de los ojos en la cabeza y el elevado número de omatidios que poseen. Son sensibles a la luz polarizada; gracias a esto, son capaces de orientarse perfectamente, aun en los días nublados, con poca luz.

Los caracoles: en sus largos cuernecillos tienen un pequeño abultamiento con células sensibles que les posibilita la formación de imágenes, que les permiten orientarse, encontrar fuentes de alimentación o distinguir potenciales enemigos.

Los peces: no tienen una visión tridimensional adecuada, más bien estereoscópica, o con profundidad visual, muy reducida. En la medida que los ojos se ubican más hacia el frente en algunas familias, aumenta su sentido de la profundidad. Existen peces con visión bifocal simultánea; son capaces de enfocar objetos cercanos con una parte del ojo, mientras que otra parte enfoca objetos lejanos y todo esto al mismo tiempo, valiéndose de una parte distinta de la retina, denominados “de cuatro ojos”, como el Anableps anableps. Mientras que en el otro extremo tenemos los que tienen ausencia total o presencia de ojos muy rudimentarios, como los peces de las grandes profundidades (abisales) o los tetras de las cavernas, Astyanax mexicanus. En este caso el ojo resulta obsoleto e innecesario dado que no hay luz para transmitir imágenes. Sin embargo han desarrollado sustitutos suficientes como para poder comer microorganismos que no serían visibles a otros peces.
  
Pero la verdadera visión se compone por la formación de imágenes en el cerebro. La mayoría de los animales no ven tan bien como los humanos. Excepto los pájaros y los monos. El ojo del animal no está tan bien desarrollado como el ojo humano. El lente es más largo y no tiene capacidad para cambiar su forma tan bien como en los humanos. Por esto, la acomodación, o enfoque, es también menos en la mayoría de los animales. La retina sensible a la luz, no está muy bien desarrollada en los animales, exceptuando a los pájaros.

Los primates: tienen visión estereoscópica, la evolución de la visión en color coincidió con el crecimiento del número de pseudogenes OR y el consiguiente deterioro del sentido del olfato. Sin embargo los monos no han desarrollado una gran agudeza visual ni tampoco una gran visión en la lejanía ni abarcan mucho campo de visión, logros conseguidos por determinadas aves, como las rapaces y otras que tienen grandes desplazamientos aéreos. Por otro lado el hombre sólo abarca el llamado espectro de luz visible, de frecuencia media, y no ve la luz ultravioleta ni la infrarroja, como sí lo hacen otros animales.

Los pájaros: tienen también muy bien desarrolladas las máculas, por esto la mayoría tienen una visión central mejor que la de los humanos.

Todas las estructuras que conforman al ojo, como órgano principal de la visión, contribuyen con el proceso de la visión. 
La visión varía según la especie animal: muchos poseen una magnífica visión; unos tan sólo distinguen un bulto; otros únicamente pueden percibir los cambios de intensidad de la luz y algunos son totalmente ciegos. 
El número de conos y bastones en la retina determina el tipo de visión en las diferentes especies. Se necesitan al menos dos tipos de conos para ver colores. 
La visión de un animal responde a sus necesidades; es un factor de supervivencia en el medio natural. 
La capacidad de distinguir colores reporta beneficios a los animales, en la alimentación, atractivo sexual, defensa y protección.

Extracto de la monografía La visión y los animales, publicada en www.monografias.com.

Autores:
DMV Sonia del Risco Garcés MSc   Profesora de Histología.
DMV Nelson Izquierdo Pérez   PhD   Profesor de Anatomía Patológica.
DMV Milagros Alonso de León  Profesora de Histología.

Departamento de Morfofisiología de la Facultad de Ciencias Agropecuarias, Universidad de Camagüey, CUBA.






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