Yo debería llevar un par de
meses, buscándole casa a Roy, pero sabiendo de antemano que Roy está en buenas
manos y que tiene buenos paseadores, intento que mis escasas horas de
voluntariado repercutan en ese osazo retirado llamado Risti.
Como siempre, mi cerebro tendente
al pesimismo crónico, comienza a arrojar la toalla antes de tiempo. Hoy estoy
un poco deprimida por Risti. Es un poco absurdo, lo sé, no es el único en sus
circunstancias, están también Sherpa y Chiki, y Jota, y Puskas, y Ralf y Nico,
y Lluvia y Epi… Todos ellos en la ancianidad pero yo me he centrado en Risti. Y
estoy volcada en él porque lo conozco. Suena raro decir lo conozco en el
contexto canino, pero es así. A los otros infelices solo los he visto en foto,
pero a Risti me lo he llevado algunas tardes a pasear.
Risti, ya lo sabéis, lleva toda
su vida en el albergue. Diez años, que se dicen pronto. Y ahora, en la cuenta
atrás de su existencia, a ratos Risti, se deja vencer por la inercia. Es un
perro dócil y bello, impresionante por su planta y tranquilo y calmo, que se
deja manejar. Creedme si os digo que la primera vez que lo vi, bendije a dios
por su calma, porque a tenor de su tamaño me vi arrastrada Sama adelante por 40
kilos de perro. No fue así. Risti sabe
caminar perfectamente con la correa. Se deja llevar, camina a tu lado, te mira
de reojo. Te sientas y se sienta. Te observa, manso pero cauto, sin tenerlas
todas consigo. Risti tiene asumido que volverá al albergue. Tiene tan asumido
que sus días acabaran ahí que no se molesta ni en conquistarte. Risti, supongo,
se ha cansado de esperar. Prefiere mantener las distancias. Lo llamas y viene.
Le das una acaricia y lo agradece, una golosina y se la come, pero por
educación. Si tenéis perro, conocéis esa situación, esa en que algún extraño le
ofrece comida a tu perro, algo que por experiencia sabes no se comerá, y sin
embargo en ese momento y ante ese desconocido tu perro acepta, lo recoge y a
veces incluso lo come. Eso, es lo que hace Risti, acompañarte por compromiso,
por educación. Te mira, intentando comprender que es lo que quieres de él. No
lo tiene claro. No pone objeciones y no le importa acompañarte. No lo entendáis
mal, no es agresivo ni mucho menos, es un perro serio que te observa con tus
ojos serenos y te transmite su cansancio. Risti es un perro fuerte físicamente,
pero está vencido. Se ha rendido, está cansado de esperar. Cansado de conocer
caras, de montar en coches, de desfilar en pabellones y hacer rutas, cada día
con alguien distinto. Eso lo ha convertido en un perro sociable con personas y
animales pero le ha hecho perder la fe en salir de forma definitiva del
albergue…
No sé si Risti, tendrá suerte,
sería muy ingenua si diese por hecho que la tendrá. Siendo sinceros, me robó un
poco la esperanza su invisibilidad incluso saliendo por la tele… Hace apenas un
mes, Risti protagonizó el espacio Animalandia en la televisión regional, y
aunque no esperaba una avalancha de solicitudes, si llegué a pensar que tal vez
se produjese una mísera llamada, alguien que mostrase un poco de interés… No
fue así… Está claro, era la tpa, no la bbc, pero que no se pregunte por él, no
quiere decir que nadie lo haya visto, sino simplemente que quiénes lo
visualizaron, probablemente aún compadeciéndolo, no están interesados en acogerlo…
Y lo entiendo, pero no lo
comparto. Yo que tengo a mi vera, ahora mismo mientras escribo a mi gata de
diez años y a mi perra de nueve, no lo concibo.
Cada vez que uno de los seniors,
se despide de nosotros desde el albergue, se nos resquebraja un poco el alma. Lo
sentimos como un fracaso, y es fácil olvidarse de los éxitos. Está claro, que
por desgracia son muchos los perros y que cada uno de ellos tiene su propia urgencia.
Unos porque no deben crecer allí, perdiendo posibilidades cada mes que los
adelanta, otros porque por tamaño no serán aptos para la mayor parte de la
gente que está dispuesta a adoptar, a otros es una mezcla inconexa la que los
hace perder en las apuestas, y algunos como Risti, ya no tienen tiempo que
esperar.
Es realmente triste pensar que no
fuimos capaces de encontrarle una familia, que inexplicablemente en diez años
no conseguimos romper el tabú que lo separaba de los potenciales adoptantes. Es
desmoralizador pero es así. Aunque estáis cansados de oírnos decir continuamente
lo mismo, no tengo más remedio que repetirlo. El invierno es muy duro para los
perros ancianos, no quiere decir que los entreguemos agonizando, es simplemente
que por su edad se resienten de la condiciones climatológicas, se debilitan, se agotan.
Ahora que es época de ir
adelantando deseos navideños, yo pediría una casa para Risti, con todas mis
fuerzas, con todas mis ganas. ¿De verdad que no hay ahí fuera nadie que tenga
un hueco para él? Es un perro grande, pero tranquilo, no molesta, no hace
ruido, se limita a acompañar. Risti no necesita grandes paseos ni atenciones.
Solo desea un capazo en el que dejar reposar sus huesos, un cuenco con agua y
comida, y todas aquellas caricias y atenciones que la vida le debe.
Por favor, ¿Nos ayudas a buscarle
un hogar a Risti?