Julio 2.012
No, hoy no os voy a hablar
de perros o gatos, hoy un teletipo de EFE me ha congelado la sangre en las
venas, me ha dejado doliente y llena de impotencia. Hoy os voy a hablar de
caballos.
Empecé a montar a caballo
a los 8 años, no había antecedentes en mi familia, pero algo dentro de mí pedía
a gritos subirme en uno y mis padres, hartos de verme jugar a cabalgar con las
sillas machacando el parqué del comedor, me llevaron a un picadero. Fue amor a
primera vista. No dejé de montar hasta los 20 años en picaderos de la zona sur
de Madrid y norte de Toledo y en Asturias. Me gustaba la monta natural, la doma
clásica y la resistencia ecuestre, he dado clases y conducido excursiones,
estuve federada y tuve dos caballos propios, uno murió por un cólico y otro de
vejez (los que os muestro en las imágenes). Cuando el segundo murió y
coincidiendo con que simultaneaba trabajo y universidad, colgué las botas.
Tengo un caballo tatuado
en la muñeca, sueño con caballos, llevo años controlando el mono que me produce
ver caballos, ya sea en la televisión o entre las piernas de un policía. Si las
circunstancias son favorables volveré a tener otra vez un caballo. No lo he
tenido en estos años por que sé muy bien lo que supone pagar un pupilaje en un
picadero y una iguala veterinaria todos los meses. Como poco son 300 euros
mensuales, como poco... que hay que añadir equipo, gasolina en llegar al
picadero y demás imprevistos.
De los años que montaba
conozco bien el tipo de gente que frecuenta los picaderos. Sé que hay muchos
que consideran a los caballos poco más que motocicletas. Son animales que pasan
de mano en mano, a los que sus dueños usan y tiran. La mayoría de la gente no
establece con ellos la relación que tendrían con un perro, pese a que es
perfectamente posible. Cuando tienes durante muchos años a tu propio caballo y
lo tratas con cariño y respeto, tienes un animal deseoso de complacerte, que
desfallecerá de cansancio por ti, que se quedará como una estatua si te sientas
entre sus patas a leer, que te seguirá y reconocerá. Son unos animales nobles y
entregados a poco que se los trate como merecen.
Por todo eso me duele
tanto lo que leo y lo que os dejo a continuación:
La crisis económica en
España lleva a los mataderos a casi 5.000 equinos cada mes —en su inmensa
mayoría caballos—, centros que tienen incluso lista de espera de meses para
poder atender a unos 165 animales al día, a lo que se une el problema del
elevado índice de abandonos por no poder mantenerlos.
En concreto, el número de
equinos sacrificados aumentó un 31,07% en el primer cuatrimestre de 2012
respecto al mismo período de 2011, con 19.793 ejemplares, según los datos
oficiales. En 2010 hubo más de 7.000 envíos a matadero y en 2011, unos 48.821.
Entre las regiones con más
sacrificios, figuran Comunidad Valenciana (3.427 ejemplares, +41,30 %),
Andalucía (3.403, +264,39 %), Cataluña (2.761 sacrificios, +11,15) o Castilla y
León (2.595, —3,21 %).
El secretario general de
la Asociación Profesional de Salas de Despiece y Empresas Cárnicas, Manuel
González, ha asegurado que "no hay mercado" de venta, alquiler o doma
("pupilaje"), por lo que algunos ganaderos no pueden afrontar el alto
coste que supone mantenerlos, unos 300 euros al mes de media, según calcula.
La tendencia se inició
hace dos años, dice González, quien afirma que se trata de ejemplares jóvenes,
"no viejos ni de desecho".
Ha recordado que en España
apenas se demanda esta carne, por lo que se destina a piensos para mascotas o
se exporta a Francia, Italia, Bélgica o Grecia, donde el ama de casa sí pide
este alimento, con un precio "intermedio" entre el vacuno y el cerdo.
El presidente de la
Asociación Nacional de Criadores de Caballos de Pura Raza Española, Javier
Conde, recuerda que las granjas intensivas son las más afectadas porque la
venta "está complicada", los precios que obtienen son bajos y los
costes se han disparado.
Tras ver cómo un
propietario extremeño se quedó con tan solo 15 caballos en su explotación de
150 cabezas, "eliminando los demás", reconoce que pueden desaparecer
yeguadas y critica que, por la crisis, las Administraciones no arbitren ayudas
para el ganadero.
Desde la organización
agraria Asaja—Málaga, el veterinario Carlos Carreira asegura conocer a varios ganaderos
que "están mandando todo a sacrificio" y que hay una lista de espera
de meses en el matadero del Humilladero, que despieza 70 o 80 caballos al día.
El problema ha surgido
sobre todo a partir de 2007—2008 y, más intensamente, a lo largo de 2010 y
2011, añade Carreira.
Ha explicado que no se
pagan al propietario más de 150 euros por una yegua —las principales
damnificadas—, ejemplares que "en años de bonanza" cotizaban entre
6.000 y hasta 50.000 euros, puesto que muchas son de pura raza y están inscritas
en libros genealógicos.
Desde la asociación y
albergue CYD Santa María de Alhaurín el Grande (Málaga), Virginia Solera,
denuncia que el abandono ha aumentado en un 80% en el último año y medio, lo
que provoca también que durante épocas como el verano se produzcan 30
accidentes de tráfico al mes, porque llegan a las cunetas en busca de alimento.
Sin ayudas públicas, y con
donaciones mermadas por la crisis, se sienten "desbordados" y
asfixiados: "estamos en la ruina", comenta Solera.
Otros territorios tienen
problemas añadidos, como indica el secretario general de UPA-UCA Asturias,
Joaquín López.
Muchos dueños de caballos
que pastan en montes comunales y que no los han identificado con un microchip
antes del 31 de diciembre como marca una norma europea, los envían al matadero
o los abandonan, señala.
Sin el chip —que cuesta
además unos 24 euros por animal—, los caballos no pueden venderse para consumo
humano y, sin aportar ninguna rentabilidad, hay quienes deciden
"quitárselo de en medio".
El 30% del censo de
equinos en semiextensivo de Asturias no cuenta con este pasaporte electrónico,
alerta López.
MELISA
TUYA
La Fundación Amigos del Perro agradece a Dª. Melisa Tuya su
amabilidad y la autorización concedida para la publicación de este artículo.