A mi amiga y compañera de este blog Lelia, le llamó
poderosamente la atención que Troy su perro de aguas se transformase de vez en
cuando en un perro ardilla. Ya sabéis, esos perros que como los famosos
roedores hacen acopio de alimento para el invierno. Así que rebuscando en
internet, he dado con la clave de este comportamiento. Parece ser que como
muchas otras cosas forma parte de su herencia salvaje. Los cánidos como los
zorros o los lobos, suelen recurrir a este truco para preservar los restos de
su caza de otros carnívoros y carroñeros. Cuando la caza ha sido abundante y
los estómagos ya han sido saciados, ¿qué hacer con los excedentes?, el instinto
les hace enterrar los restos para poder recurrir a ellos cuando el alimento
escasee. Además el enterramiento les permite preservar mejor la comida y puede
evitar que sean encontrados y aprovechados por otro animal. Esta técnica suelen
utilizarla principalmente con los huesos que pese a tener una menor carga
energética, puede ser aprovechada en una siguiente ocasión. Es decir, hasta en
esto los animales nos superan a algunos humanos: ahorran por si las vacas
flacas, ya sabéis…
TROY |
Leyendo en algunas páginas para poder escribir esta entrada
he descubierto que al contrario de lo que creía y que en un principio le había
comentado a Lelia, sí que he convivido con perros ardilla. Al pensar en
esconder la comida, automáticamente me venía a la cabeza la típica imagen del
perro escarbando en la tierra para esconder el hueso, pero no había caído en la
cuenta que los perros caseros no suelen tener acceso a tierra en la que hacer
agujeros, por lo que este comportamiento se manifiesta de otra forma:
escondiendo comida entre cojines, mantas, ropa, entre los asientos del sofá… Y
entonces he recordado como efectivamente mi perra, se subía a la cama y
semi-escondía los huesos en el pliegue de la almohada, para gran alborozo de mi
madre… He leído que este comportamiento puede desatarse en animales que hayan
pasado épocas de hambruna, o en aquellos cuyos horarios no son muy regulares.
El otro extremo puede ser también un desencadenante, si alimentamos de más a
nuestros compañeros el exceso de comida puede hacerles recurrir a estos bancos
de alimento para no renunciar a recibirlo pese a no dar abasto (bien, en este
punto he de aclarar que algunos animales como la que yo tengo en casa puede
reventar de una fartura si es necesario, pero ni renuncia a comerlo, ni tiene
pensado enterrarla para recurrir a ello más adelante…). Otro de los motivos que
puede llevar a un perro a enterrar la comida es evitar que otro perro lo coma.
En algunos casos, cuando tenemos más de un animal en casa, y uno es más rápido
que el otro haciendo acopio de alimento, puede que alguno de ellos recurra a
esta técnica para garantizar que otro perro no le quitará su ración. En estos
casos los veterinarios recomiendan darles la comida separadamente para
garantizar que todos los animales reciben su parte.
Si vuestros perros no viven o han vivido ninguna de estas
situaciones pueden recurrir a ella simplemente por instinto. De la misma manera
que giran sobre sí mismos antes de dormir, pueden llevar en los genes la
tendencia a enterrar comida o juguetes, eso sí, como gracias a dios no pasarán
hambre, lo más probable es que olviden donde lo enterraron y no vuelvan a
buscarlo. No os desesperéis si encontráis juguetes o premios enterrados en
mantas o cojines, es el lobo que llevan dentro, no lo pueden evitar J